La Muerte Azul

-El paciente cero se mantiene estable- le informó su ayudante al Doctor Watson. Este, de complexión fuerte y cabello ligeramente pelirrojo observaba al paciente cero, que parecía dormir plácidamente.

-¿Qué sabemos del virus?- inquirió el Doctor.

-Nada realmente señor- respondió su ayudante- El paciente cero fue infectado hace menos de cuatro horas. Fue trasladado al hospital, donde inmediatamente nos lo remitieron a nosotros.

Watson se secó el sudor de la frente con un rápido movimiento.

-Llámenme si necesitan algo más- le indicó el Doctor a su ayudante, quien asintió. El Doctor Watson salió de la sala y se dirigió a su pequeño despacho. Estaban en una pequeña estación de investigación bajo tierra. Eran un equipo de cinco personas bajo la más estricta higiene y que estaban encargados de investigar las enfermedades más infecciosas y peligrosas.

Watson prendió la computadora e inicio sesión. Después se metió a Internet buscando noticias. Nadie le había dicho de donde había salido el paciente cero. Solamente se lo habían entregado a toda prisa. Los ojos del Doctor se deslizaron por la pantalla leyendo las noticias más recientes. Allí estaba, un pequeño encabezado que rezaba “Cae meteorito en un pequeño pueblo al sur de Nueva York”. Acontecimientos así no pasaban desapercibidos, así que el Doctor no podía más que deducir que el gobierno quería ocultarlo.

Watson hizo clic sobre el encabezado a fin de saber más sobre el meteorito. Era una nota pequeña.

Hoy a las cuatro de la madrugada, un pequeño meteorito cayó sobre el pueblo de Alabama. Los servicios de emergencia se desplazaron inmediatamente al lugar del suceso. Sin embargo, los servicios especiales ya se hallaban allí y no dejaron a nadie acercarse al pueblo. Poco después, los civiles fueron evacuados, tras efectuarles un análisis de sangre. Los servicios especiales no dieron explicaciones de tan raro procedimiento y los civiles aseguran no saber nada del asunto.

Los ojos del Doctor Watson se abrieron con espanto. Pues a pesar de la poca información de la que disponía, ya sabía a lo que se enfrentaba. Esa vez no combatía ningún virus terrestre.

El Doctor salió corriendo hacia la sal del paciente, anticipándose al grito de su ayudante que llegó segundos después.

Al llegar a la sala, vio el medidor de frecuencia cardiaca que mostraba un corazón desbocado. Su ayudante se hallaba intentando bajarle la presión al paciente. Con el grito, habían llegado dos enfermeros más, y todos esperaban las órdenes del Doctor.

-Análisis de sangre- ordenó el Doctor y en unos momentos tenía ya la muestra en sus manos. Su gente era eficiente. Él mismo la llevo al aparato para analizarla. En cuanto comenzó el análisis la máquina empezó a sonar fuertemente.

El Doctor comprobó los resultados sobre la pantalla y comprobó sus temores. La sangre del paciente estaba llena de un agente patógeno altamente mortal y contagioso. Acto seguido llevo la sangre al microscopio, donde pudo observar como los glóbulos rojos eran destruidos y una mancha negruzca empezaba a invadir la sangre.

Un ruido lo interrumpió. El monitor cardiaco revelaba ahora la ausencia de pulso. El paciente cero había muerto. El Doctor Watson se quedó helado. El paciente había sido infectado hace cuatro horas y media. Y había muerto en solo un minuto desde que el virus actuó.

-Análisis de sangre- volvió a ordenar el Doctor y su propio ayudante le proporcionó la muestra de su sangre.

La volvieron a verter en el aparato y esperaron resultados. Limpia. Casi suspiran de alivio. De repente, del cuerpo del paciente empezó a salir una niebla azulada que se empezó a extender.

El virus no se comporta como un virus normal pensó el Doctor. Porque sin duda aquello es lo que sucedía. Aquella niebla era el virus abandonando el cuerpo del paciente.

-¡Evacúen la sala!- exclamó y él y sus hombres dejaron la sala precipitadamente. Tras ellos, las puertas se sellaron herméticamente en un intento de controlar el virus.

-Necesitamos saber lo más posible del virus- dijo el Doctor. Empezaba a pensar que las puertas no mantendrían asilado para siempre al virus.

-Tuve tiempo de revisarlo antes de que muriera el paciente- dijo el ayudante- Actúa destruyendo los glóbulos rojos como vimos. Así el paciente muere por la falta de oxígeno en apenas dos minutos. Al infectar, el paciente pierde el conocimiento y parece estable hasta cuatro horas después, cuando el virus ataca y mata. Luego sale del cuerpo del paciente en forma de niebla azul, buscando otra víctima. Y mide… mide 15 nanómetros.

El Doctor Watson sintió un escalofrío. Por supuesto que iba a pasar. Solo era cuestión de tiempo.

De repente, se oyó un escándalo. Luces rojas se encendieron y las sirenas empezaron a sonar.

-Los que quieran irse, deben partir ahora. Las puertas ya deben estar cerrándose- el Doctor Watson se sentía extrañamente calmado, como si el rítmico ruido de las sirenas, no estuviera allí y no significase nada. Como si el virus no se hubiera propagado.

Sin embargo, nadie se movió. Nadie intentó salir por las puertas antes de que el laboratorio quedara sellado.

Cuando el Doctor vio que ninguno de sus hombres estaba dispuesto a abandonarlo, empezó a repartir órdenes.

-Debemos darle algo a las personas allá afuera para combatirlo-

Unas horas más tarde tenían un informe.

 

Virus Muerte Azul

Paciente 0: Murió a las 8:30 de hoy, tras estar inconsciente cuatro horas. El virus atacó los glóbulos rojos e interrumpió el suministro de oxígeno.

Tipo de Virus: Desconocido. Virus no terrestre. Proveniente de un meteorito del Cinturón de Asteroides.

Equipo médico: Infectado. No perdimos el conocimiento. Sin embargo las cuatro horas están tocando a su fin y ya sentimos en nosotros la Muerte Azul.

Especificaciones: Se propaga en forma de niebla, por contacto, agua y aire. Muta increíblemente rápido. Mide 15 micrones. El laboratorio no lo podrá contener.

Cura: Su mutación es su debilidad. Muta tan rápido que es posible que la Muerte Azul mute hasta ser inofensiva. La sometimos a distintos fármacos y medicamentos. Logramos después de algunas horas que la cepa fuera menos letal y fuera como una gripa común. Confiamos en este método. Prosigan la investigación.

Volaremos el laboratorio. Sin embargo, tenemos la certeza de que cepas de la Muerte Azul, están fuera en Alabama. Busquen la cura rápidamente.

 

-Ya está Doctor- su ayudante lo miraba. Sus rostros empezaban a adquirir una tonalidad azulada- He enviado el informe.

-Bien hecho James- el Doctor Watson cerró un momento los ojos. Los abrió de nuevo y vio a su equipo médico junto a él.

-Hoy ustedes han salvado al mundo de la Amenaza de la Muerte Azul- dijo el Doctor Watson con voz potente- Los héroes se crean con decisiones. Y ahora nos queda un último acto de heroísmo. Debemos volar el laboratorio.

Solo hubo asentimientos y algunas lágrimas silenciosas.

-Fue un honor trabajar con ustedes-

El Doctor Watson caminó lentamente hasta el detonador en una pared. Parecía que estaba en un sueño. Abrió lentamente la compuerta y adentro vio la cerradura de una llave. Sacó la llave de su bolsillo y la insertó en la cerradura. Giró la llave y una luz en el botón rojo se encendió. Volteó a mirar a su equipo médico que se hallaban firmes de pie, esperando poder mirar a la muerte a la cara. Watson suspiró y apretó el detonador.

 

 

Arturo Vallejo Toledo
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