Pelacables
- publicado el 21/01/2014
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La Caperucita Roja contada por Moctezuma Ilhuicamina
La barca encalló en la húmeda arena de la playa con un golpe sordo. Se mantuvo allí, atorada, balanceada suavemente por las olas. En su interior yacía un hombre inmóvil.
El único indicio de su vida, era el vapor que se formaba en sus narinas, para luego elevarse hacia la noche estrellada.
Vestía una sencilla capa café, la cual estaba raída y descolorida. Estaba extremadamente delgado y su cara carecía de color.
Se oyeron las pisadas de un hombre en la arena, y tras una duna se definieron las siluetas de cuatro hombres. Uno de ellos se adelantó al resto. Tenía la tez tostada y adornaba sus sienes con las plumas de un quetzal. Era Moctezuma Ilhuicamina.
Él y sus hombres se acercaron a la barca, donde observaron el cuerpo del hombre blanco. Un espasmo sacudió de repente al hombre y Moctezuma se le aproximó. Acercó su oído a la boca salada y al rostro maltratado de aquel hombre. De sus labios, salió una historia que se elevó volando en aquella noche quieta.
Muchos años después la gente corría por las calles blancas de Tenochtitlán. Moctezuma se estaba muriendo. La noche anterior se había oído un lamento. Se decía que la diosa Coatlicue en persona lamentaba la muerte del huey tlatoani.
Moctezuma llamó a su heredero al pie de su lecho. Le ordenó que se acercara y pegara su oído a sus labios.
-Un hombre blanco me contó una vez esto- contó Moctezuma- Necesito que lo sepas. Si más hombres blancos llegan, esta historia será esencial.
El hijo asintió y se preparó para escucharlo.
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me encantó, hasta que llegué al final y me quedé esperando…algo, nose….pero no puede definitivamente terminar ahi…