Crónicas de un Requiem Anunciado

Todas las batallas tienen tu nombre

decorado con la corona de olivo

que marca soberana

la extensión de tus dominios.

 

Sé gritarle al sordo

y llorarle al desinteresado.

 

Tengo sed

de ti

pero no me toca beber en esta vida.

Desgranaría el hormigón

si tras él atrapases

las lenguas verdes

de luz cálida

sobre brasas decididas

y con los ojos fijos

en encontrarse con las mías

pero el camino de la mentira

para ti tenía otro significado

y sé que no es mi culpa

la eterna ciénaga que me rodea

pero sí es escupirle al agua

por verte en un nirvana

creado por la gracia

de no cuestionarse nada,

por la virtud del orgullo

que debe mantenerte firme

para cuidarte del momento

que te encuentres con los hechos en las manos

y te veas demasiado perdido

para hacer la historia

como hubieses querido.

 

Con un por favor delante

y un gracias detrás

nunca quise poder sobre ti.

No aspiro a recortar tus pasos

de hombre educado, moral o libre

pero te perdono si es tu único referente

por ser lo que hubieses hecho

en el caso de haber tenido yo

la suerte.

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