La mariposa
- publicado el 02/05/2015
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Motín
La vida debería ser fácil
Así concluye una noche de insomnio; con el sabor de la injusticia en la boca y el mordisco de un mal sueño que me advierte de que abra los ojos, no sea que la realidad me devore si me descuido.
Así volví a la lucha, sintiendo eso y sin embargo pensando que la idea de que el mundo es un lugar seguro y más bueno que malo es el tóxico veneno del necio o el inocente.
El vientre materno es una falacia identitaria del ser humano. La quietud, seguridad y calor que da se ven truncados con empeñones y gritos, comenzando la primera prueba. Te agitas y tiemblas intentando que tus pulmones se abran, doliendo como dos heridas cuando lo hacen. Entonces lloras porque vives, lloras para seguir existiendo…
Junto a ti también llora exhausta, dolida e infinitamente feliz quien te ha hecho ser. Es en este momento en el que las condiciones han quedado claras. La existencia se gana con esfuerzo y lágrimas aunque tú elijas el sabor de esas lágrimas.
Hemos ido evolucionando, la felicidad ha dejado de ser el premio que tu cuerpo te da por sobrevivir y se ha trascendido a si misma, ha ascendido a la mente del ser humano, con la terrible consecuencia de llevar hasta allí la necesidad de supervivencia, convirtiéndola en un sitio difícil, cambiante y exigente. Se ha convertido en nuestra segunda naturaleza y en ella los peligros no son las cosas que podrían matarte, si no las que te podrían hacer desearlas. El dolor también se ha trascendido y las heridas del alma queman como las de la carne.
Cuanto daño puede hacerse uno por creerse con derecho a ser feliz cuando el único derecho que tiene es el de luchar por serlo. Conseguirlo depende sobretodo de nuestro empeño, en menor medida de la influencia de nuestro contexto y de forma anecdótica, de la suerte. Es en esta trascendencia dual de felicidad y dolor en la que se esconde el sentido de lo realmente importante, de la plenitud ¿Sería música una sola nota repitiéndose incansablemente?¡No!¡Sería ruido! Y por eso soy feliz, porque puedo empaparme de aguda felicidad y grave dolor, porque la una no existiría sin conocer al otro, porque tengo la oportunidad de descubrir la plenitud de la música en esa melodía. Porque en la tristeza encuentro la promesa de que podre sentir felicidad y llenarla de significado. Eso es lo que el ser humano necesita; significado y tiene una vida para llenarse de él y construirse a si mismo.
Al fin y al cabo eso es vivir: dejar de ser tabula rasa para conocer y significar.
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