La carta del adiós

He decidido escribirte, no se aún si por miedo, despecho, o como una fútil despedida.

Aún no se si te echo de menos, o es rencor lo que siento. Creo que llegado a este punto, el amor y el odio que siento por ti han quedado a la par. Apoyado sobre los labrados barrotes de mi balcón, pasé un rato mirando al exterior, intentando ver más allá, buscando un sentido al mundo. ¿Pero sabes qué? No encontré nada.

Creo que soy una calamidad. Que sin ti no me queda nada por lo que vivir, y contigo sufro. Que si te tengo delante no puedo ni siquiera levantarte la mirada. No me queda nada.

Pero siendo sincero, estoy más sereno de lo que creía. No siento tristeza, ni por mí, ni por ti. No siento nada absolutamente. Mi interior es un vacío inescrutable. Posiblemente este estado no dure mucho, me parece antinatural, así que debo hacerlo ya.

Observo el frío metal sobre la mesa. Creo que él también me mira expectante. Es hora de despedirme. Lo siento, pero a donde voy no podrás seguirme, y esto es un adiós.

Siempre te querré.

5 Comentarios

  1. glandalf dice:

    Hola a todos.
    Primero disculpar si a alguien le parece un poco fuerte o desagradable, esperemos que no.
    Lo segundo decir que no he podido ponerle el formato tipo «carta» que tiene el original, así que estéticamente pierde un poquito.
    Gracias por vuestro tiempo.

    1. kaldina dice:

      Hola! Creo que la idea general de todo el texto se resume en «Observo el frío metal sobre la mesa. Creo que él también me mira expectante.», me encanta, icreíblemente poetico, la sugerencia es una herramienta de la poesía que poco se usa en el relato, muy buena 😀

      1. glandalf dice:

        Quizás sea por que vengo más de la poesía que de la prosa. Debo admitir que fue más incosciente que intencional.
        Gracias.

  2. María dice:

    Me he quedado helada.
    Un gran trabajo, enhorabuena. 🙂

  3. glandalf dice:

    Gracias. Me alegra que te guste.

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