Al hombre que huyó en monociclo al verme

No  perdones por escribir mientras pienso en ti
No tienes  de que disculparte, jamás  deseaste mal alguno
No rompas en llanto al saber que estoy aquí sin vos
Derecho tuyo es saberme vivo, no te privaré de la premisa  natural de la cual te adornas

¿Recuerdas las horas que pasamos colgados al teléfono sin cruzar palabra alguna?

Difícil creer  que en su momento añoraba  ser   aquel hombre a quien regalaron flores disfrazadas de buenas intenciones,
Quien anuló mi existencia al  caer la mirada y seguir el camino,
flemático ser, ente inconmovible,
cobarde soldado  que tira la espada al oír guerra
¿podrá aquello  llamarse hombre?

 

Me han contado existe uno al que cobijas con calor paterno,
bastardos más bastardos menos.
Réplicas lacónicas  consumen   los años que la vid te ha regalado,
imploran  contemplar  vuestros  pilares derrumbarse
y en un santiamén  reclamar el trono que les pertenece.

 

Un tenue  latido anuncia el momento final,
recrea el tiro de campeonato,  la primer cerveza,
un hórrido complejo se ha vuelto  tu  mente serena,
al preguntarse  si el negar una caricia  valió la pena.

Conservo tu falso recuerdo en las heridas superficiales,
omito el más dócil  gesto de compasión  por tu ausencia,
al dibujar una sonrisa en el fiel rostro de mi descendencia.
Borro de la mente las promesas incumplidas.

Al fin acaba el suplicio que fue tu vida.

Deja un comentario

Tu dirección de email no será publicada