De nuevo poesía
- publicado el 27/11/2012
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Al hombre que huyó en monociclo al verme
No perdones por escribir mientras pienso en ti
No tienes de que disculparte, jamás deseaste mal alguno
No rompas en llanto al saber que estoy aquí sin vos
Derecho tuyo es saberme vivo, no te privaré de la premisa natural de la cual te adornas
¿Recuerdas las horas que pasamos colgados al teléfono sin cruzar palabra alguna?
Difícil creer que en su momento añoraba ser aquel hombre a quien regalaron flores disfrazadas de buenas intenciones,
Quien anuló mi existencia al caer la mirada y seguir el camino,
flemático ser, ente inconmovible,
cobarde soldado que tira la espada al oír guerra
¿podrá aquello llamarse hombre?
Me han contado existe uno al que cobijas con calor paterno,
bastardos más bastardos menos.
Réplicas lacónicas consumen los años que la vid te ha regalado,
imploran contemplar vuestros pilares derrumbarse
y en un santiamén reclamar el trono que les pertenece.
Un tenue latido anuncia el momento final,
recrea el tiro de campeonato, la primer cerveza,
un hórrido complejo se ha vuelto tu mente serena,
al preguntarse si el negar una caricia valió la pena.
Conservo tu falso recuerdo en las heridas superficiales,
omito el más dócil gesto de compasión por tu ausencia,
al dibujar una sonrisa en el fiel rostro de mi descendencia.
Borro de la mente las promesas incumplidas.
Al fin acaba el suplicio que fue tu vida.
- Al hombre que huyó en monociclo al verme - 30/11/2015