Lejos

De entre todas las mujeres,

escogí la más hermosa

dejando a un lado las rosas

que sabían lastimar.

 

Del trajín de sus ideas

y por el brillo de sus ojos

quedé pronto a su antojo

a pesar de mi prever.

 

Yo, que siempre las juzgaba

por lo bien que me cogían,

jamás tuve por certeza

que me podían joder.

 

Fui asumiendo sus enojos

sin quejarme de sus filos,

acabé hecho un rastrojo

previo a poderla enmendar.

 

Como todos los despojos,

fingí que era voluntario

acomplejarme ante su genio

elegir su voluntad;

 

y jaló tan bien mis alas

y lijó tan bien mis garras

que no hizo falta una jaula

que me anclara en mi lugar.

 

Así que acéptenme un consejo,

cuanto más frágil parezca,

sea verdad o sea reflejo,

más distancia le han de dar.

khajine
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