Las máscaras arraigan
- publicado el 22/04/2014
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La Musa
Mi problema es la inspiración. Normalmente mis trabajos son… poco placenteros. Un cuadro de una condesa, de alguna duquesa… ¡Incluso pinté a la reina! Y creedme, no son sílfides. No son mi musa.
Mi musa, sin duda, es libiana, respeta las proporciones, con gracejo, delicada… Pero, ¿existe algo así?
Os puedo asegurar que sí. Y os diré también lo imposible que es pintar la inspiración. Mi inspiración, en concreto, es imposible. Detiene mi habla, me provoca temblores, ¡se me acelera el pulso! Muchos lo llaman enamoramiento, pero yo digo ¡no! Es mi inspiración.
Lo he intentado todo. Cambiar de pinturas, escoger otros colores, otros pinceles. Nada. Nada funciona. Siempre me quejo de mi falta de inspiración, pero cuando la veo a ella, a mi musa perfecta, hecha carne, creo que la inspiración me desborda.
Ayer la vi por primera vez. Tiene veinte años, cara angelical y una risa muy fácil. Me encanta. Vino a mi estudio y me pidió que la pintara. Muchos pensaréis que las películas exageran al poner la cámara lenta cuando pasa la chica guapa, pero yo os digo que no, porque en mi caso, no era cámara lenta, era directamente stop. ¿Y qué haces cuando todo tu mundo se para, retrocede, y empieza a girar en sentido contrario?
Balbuceas.
Por fin, le dije hola, y le indiqué los precios. Ella me dijo que el dinero no era problema, que me daría lo que fuera necesario. Yo asentí, aunque noté en su voz que cuando pronunció esa frase quería decir algo más. Me puse muy nervioso. ¡Por Dios, no lo podía creer! ¡Era preciosa! ¡Era perfecta!
La invité a pasar al interior del estudio y allí me dijo que quería que su cuadro fuera especial. Le pregunté cuándo le gustaría empezar y sin casi dejarme terminar me dijo «ya». Ya. ¿YA? Pero yo necesito prepararme, tengo que pensar en lo que voy a hacer, tengo que… «Ya».
Y empecé su cuadro en ese momento. Le dije que se pusiera en el decorado, para que posara, mientras yo ponía todas mis cosas en orden. Normalmente suelo ir yo a pintar a las casas de mis clientes, y no vienen ellos a mi estudio. Cuando terminé de organizarlo todo, y miré hacia el decorado, todavía nervioso, no pude evitar un pequeño sobresalto, seguido de una intensa sensación de calor que se extendió desde la punta de mis pies hasta mi cara. La musa, MI musa, estaba desnuda frente a mí. Desnuda de toda imperfección, desnuda de toda maldad, preocupación o pensamiento que pudiera nadie intentar imaginar. Desnuda. Se rió cuando notó mi reacción, y ella también se enrojeció un poco, desarmándome todavía más.
Cogí con pleno tembleque de mi mano un lápiz y empecé a dibujar los contornos. Quise esforzarme especialmente, pero parece que otra fuerza, ajena a mí, guiaba el lápiz. Dibujé toda su figura, los adorables pies, los sugerentes muslos, el inocente puvis, los rosados pezones, con sus generosos pechos, el esbelto cuello, la delicada cabeza, el suave pelo, la escarchada boca y los infinitos ojos. Ella, quieta en su postura, parecía sentir cada línea en su cuerpo. Yo sabía que las sentía.
Con el pulso más firme, cogí la paleta, llena de pegotitos de pintura, y un pincel. Ella, mi musa, mi inspiración, se movió. Intenté ignorar ese suceso, y empecé a dar color a la perfección. Noté movimiento otra vez. Dirigí la mirada hacia ella. ¡Se levantaba! ¿Por qué? ¿Había hecho algo mal? Me quedé paralizado, mientras ella se dirigía a mí contoneando su cuerpo en lentos pasitos y bebíendose mis ojos con los suyos. Cuando estaba a tan sólo un palmo de mí, y mi corazón parecía que bailaba en mi pecho, intenté decir algo, pero, sin dejar de mirarme, pusó un dedo en mis labios.
«Creo que esto… lo tenemos que terminar entre los dos.»
Sus labios, sus carnosos y dulces labios, en los míos. Y su lengua, caliente y llena de curiosidad, luchando con la mía cuerpo a cuerpo, buscando dominar una batalla, ganada por mi musa, por la perfección, en el momento en que puse mi vista en ella.
La perfecta inspiración… No me dejó terminar el cuadro. Ese cuadro que ahora es un esbozo, pero qué sé que terminaré de dar color un día. Eso que hoy es un dibujo, pero que mañana será mi mejor… nuestra mejor obra de arte. Ese cuadro que simboliza el día que encontré la inspiración.
Yizeh. 27 de Agosto de 2008
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Me considero artista en cierto modo,… los desnudos (de ambos sexos,… para los malpensados), a lápiz y acuarela concretamente, son uno de mis mayores pasiones. Gracias por este relato.
Ahora, y siendo realistas,… todos los que pintamos hemos «soñado» con algo asi… Será que me estoy volviendo un romantico?? xD
weno, no he kerido darle un significado tan erotico como parece k tiene… digamos k es completamente metaforico todo… y donde pongo erotismo… kiero decir intensidad, pasión.
este relato es muy personal por mi parte, pero tb espero k todos se sientan identificados
Yo tampoco hablaba de erotismo,… en serio…
no, si lo decia x lo de que todos habiamos soñado con algo asi… creia k te referias a k soñabamos con un pivon o algo asi
xD,… siempre pensando igual
Vaya, has logrado describir los sucesos de tal forma que parecía que el pintor y su amante estuvieran en mi habitación tonteando. No se porqué, pero tenía a Pablo Picasso en mente cuando leía este relato.
Me ha gustado muchísimo 🙂