(Hacía mucho que no continuaba esta novela, para el que quiera ver de qué iba, que haga click AQUÍ )

Evan se despertó con todo el cuerpo dolorido. Lo primero que hizo fue mirar su espejo, su reflejo le devolvió la mirada. Seguro que había sido una imaginación todo lo que había ocurrido. Salió de la tienda y busco a Pheril con la mirada, pero no lo encontró. Evan encendió un fuego y buscó en su mochila algo que comer.

Pheril regresó al cabo de una media hora más o menos con un par de conejos sobre el hombro y una gran sonrisa en la cara.

-¿has descansado Evan?

-Si, gracias- Respondió Evan mientras cogía uno de los conejos y con una navaja lo empezaba a despellejar.

Después de comer continuaron el camino. Unos cincuenta metros más atrás una silueta observaba a la pareja con una macabra sonrisa en la cara.

***

Evan y Pheril llegaron a Heshei sin más problemas. Pasaron por delante de  los dos guardias apostados a la entrada de la ciudad los cuales saludaron con una leve inclinación de cabeza.

– Pheril, ¿por qué no vas a buscar una posada para pasar esta noche?, es que tengo algunos asuntos que resolver.- Evan no le había contado a Pheril lo que pretendía hacer en Heshei, así como tampoco le contó lo del incidente del espejo.

– Claro Evan, pero… ¿no quieres que te acompañe?

– Da igual Pheril, estaré bien.- No sabía que otra cosa decirle para que se marchara.

Evan llegó a una taberna bastante concurrida, a los pocos minutos salió de allí habiendo gastado unas pocas monedas a cambio de una valiosa información sobre una cofradía, además, las monedas gastadas eran lo de menos, aún tenía suficientes de su último “cliente”.

Le llevó por lo menos una hora encontrar la mansión a la que le habían mandado ir, después de todo, Heshei no era una ciudad precisamente pequeña.

Llamó a la puerta tirando de una campanilla colgada de la pared y esperó. Al poco rato abrió la puerta un hombre de unos dos metros de estatura con los ojos hundidos y un pelo muy graso, parecía que le habían hundido la cabeza entre los hombros ya que apenas se le veía el cuello.

– Lárgate.- fue su saludo.

– Esto… yo solo quería…- Antes de que Evan acabase de hablar ya le habían cerrado la puerta.

Evan fue a una posada esperando que Pheril no estuviera allí, pero el destino es traicionero y allí estaba él, con sus enormes músculos echando un pulso con un pueblerino. Evan tuvo una idea…

-… ¿lo has entendido Pheril?- Evan había inventado una historia que le contó a Pheril para usarlo como “llave” para entrar en la cofradía.

– Creo que sí… ¿crees que tus padres fueron secuestrados por esa cofradía hace dieciséis años?- Era cierto que la mentira era un poco extravagante, pero Pheril tenía un cerebro comparable al de un guisante, así que coló sin más.

– ¿Me ayudarás entonces?- Se atrevió a preguntar Evan.

– Sería un mal amigo si me negara.

                                          ***

-¡¡¡Creo que no eres consciente del precio que he pagado!!!- El Señor de Señores estaba fuera de sí, esperaba resultados por parte de El Grande desde hacía una semana y aún no había avanzado casi nada.

-Señor, la complicidad de este mapa es muy…- empezó a decir El Grande.

-Una sola cosa te diré…- aunque El Señor había bajado el tono de voz seguía siendo increíblemente amenazador-… como en tres días no tengas un avance para mí, te aseguro que colgaré tu cabeza de mi ventana.¿he sido lo suficientemente claro?

-Como el agua Señor.

El Grande volvió a su sótano a pensar en el mapa y ya de paso pensó en las magníficas vistas de la ciudad que habría desde la ventana de El Señor de Señores.

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