Ella ha muerto
- publicado el 05/02/2009
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Aquel lugar terrible…
«Cuando se inicia y desencadena una guerra lo que importa no es tener la razón sino conseguir la victoria».
– Adolf Hitler
El capitán se bajó del coche. Cuando el sargento se había dirigido a él unos minutos antes no había distinguido más que balbuceos sin sentido. Ahora vería con sus propios ojos lo que tanto había asustado a su escuadrón.
A pesar de encontrarse en el claro de un bosque el olor era insoportable. Una mezcla de excrementos, sangre y muerte, unidos al hedor del azufre de los cañones, hacían imposible respirar con normalidad.
Ante ellos se erguía una gran empalizada de madera, con alambres metálicos tanto en las paredes como en el techo, que separaban a los soldados de aquel campamento misterioso. Detrás de las puertas, una cantidad enorme de personas, ataviados todos ellos con pijamas a rayas azules y con una estrella amarilla de seis puntas bordada en el corazón, agarraban los alambres de púas como si no sintieran ya dolor físico alguno. Su forma física era horrible, y a través de sus ropas se podían ver todos los huesos de su cuerpo, detrás de una fina piel blanquecina. Parecía que comieran tan poco que no tuvieran músculos. Todos eran hombres y todos tenían la cabeza rapada.
La sangre manchaba claramente sus ropas y sus caras destrozaban el corazón de todo hombre que osara mirarlas más de un par de segundos. Lamentos agudos y lloros surgían de más de una de sus gargantas.
-«Abrid las puertas» -ordenó el capitán.
Un soldado con una tenaza cortó el candado metálico de la entrada. Al segundo, y como si de zombies se tratara, comenzaron a abalanzarse sobre los recién llegados soldados americanos.
Los que estaban cerca les agarraban el uniforme, los que estaban lejos se acercaban con paso muy lento arrastrando miembros mutilados, cojeando o cargando con seres queridos enfermos y muertos. Los soldados atendían atónitos al horrible espectáculo que tenían a su alrededor. Pilas de muertos, muertos y más muertos por todos lados, y los hombres y niños,… viviendo entre ellos.
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El capitán hizo llamar al intérprete mientras que el sargento mayor ordenaba dar todas las raciones de viaje que llevaran encima a aquellos desnutridos hombres. Al acercarse el interprete llamaron a uno de los prisioneros. El capitán habló a través de él.
– “Was ist das hier? (¿Qué es todo esto?)
– Dice que es un campo para asociales, señor.
– Verbrecher? (¿Criminales?)
– Dice que no. Son músicos, granjeros, intelectuales, doctores,… gente normal.
– Dice que son judíos, señor, judíos y gitanos.
– Wie bitte? Was sagen sie? (Perdona. ¿qué dices?)
– Señor, dice que el campamento de mujeres se encuentra en la siguiente estación de tren.
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Los soldados americanos se vieron más tarde obligados a encerrar de nuevo a los judios porque por problemas de desnutrición, debían de controlar sus primeras comidas o correrían riesgo de morir. Encontraron campos de concentración nazis por toda alemania. Cerca de 438.000 judíos sólo de Hungría fueron deportados hacia Auschwitz-Birkenau y la mayoría fueron ejecutados allí. Había días en que los hornos no daban abasto y se tenía que quemar los cuerpos en hogueras al aire libre. En la puerta de entrada a uno de los diversos campos que componían el complejo se puede leer el lema en alemán Arbeit macht Frei (el trabajo os hará libres). Una sucia mentira para conseguir los propósitos marcados.
- Amont – Capítulo 5 - 23/12/2010
- Amont – Capítulo 3 - 09/12/2010
- Encerrados - 19/11/2010
tremendamente descriptivo! me ha emocionado, sobretodo meemociona volver a verte por aquí 🙂
Me alegro de volver a leerte, Champi! Y como siempre, vuelves a lo grande, irónicamente, mostrando la mayor de las bajezas humanas…
Bueno, inhumanas, mejor dicho…
woh, muy basto. La descripción es detallada y a la vez fluida. 😀
Grande, muy grande.
Gracias… Se consigue entonces lo k se pretendia???
Hoy cuelgo un par mas creo,… textos introductorios de futuros personajes…
se sale, muy currado