Cabezas Reducidas.
- publicado el 25/03/2010
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Lluvia inesperada
La carretera serpentea como una lengua negra frente a las luces del pequeño Volskwagen. Fuera, una espesa cortina de gotas repiquetea sobre la pulida superficie azul, mientras los faros siegan la oscuridad a medida que el escarabajo recorre con fatiga el trazado del puerto. Los abetos y las escuetas señales de tráfico se convierten en siniestras siluetas espectrales que parecen desear aferrarse al parachoques plateado o al tubo de escape cromado. Dentro, Wagner acalla cualquier temor con la imponente estridencia de sus acordes. La calefacción resopla, los cristales se empañan y el «limpia» apenas da abasto con la tromba de agua.
La chica no le da respiro al embrague ni a la caja de cambios, y mantiene un ojo puesto en la temperatura del agua, por si las moscas. No sería la primera vez que su pequeño tiene problemas con el radiador.
El agua sobre el asfalto refleja sombras que juguetean con la nuca de la mujer, bajo la noble cola de caballo, y redibujan sus finas cejas, cuya serena expresión es distorsionada por la leve sonrisa que vive en sus labios.
Aprovechando un tramo de recta, Olvido echa un vistazo al asiento del copiloto y rebusca entre la cámara de fotos y el block de notas. Ahí está su Nokia, sin cobertura aún.
-Alfredo me va a matar. -Una curva traicionera le obliga a dar un volantazo inesperado. Las ruedas aprietan los dientes y el escarabajo prosigue la marcha. -¿Se han llevado la civilización o qué? ¿Dónde está este puto pueblo?
El anillo de los Nibelungos resuena furiosamente en el radio-cassette a la vez que las gotas golpean el parabrisas.
Pisa el freno con fuerza, tras la curva aparece una persona en medio de la carretera. Las ruedas traseras pierden adherencia y el escarabajo culea antes de salirse de la carretera y quedar medio empotrado en la cuneta.
Olvido se baja del coche asustada, aún aturdida y sobre todo preocupada por la otra persona: hay un joven ciclista tendido sobre el suelo. Junto a él, una bici destrozada. Tiene varias heridas en los brazos y en las piernas y, por lo pausada de su respiración, parece descansar a pesar de la lluvia que cae sobre sus ojos cerrados.
Olvido le coge por los hombros y le arrastra hasta el coche. La cabalgata de las Valquirias y el cálido aliento de la calefacción reciben al ciclista. Ella le acomoda delicadamente sobre los asientos de cuero. –Vas a ponerte bien, chico. -Arranca el maltrecho escarabajo y lo enfila hacia el pueblo.
La carretera serpentea como una lengua negra frente a las luces del pequeño Volskwagen. Fuera, una espesa cortina de gotas repiquetea sobre la pulida superficie azul, mientras los faros siegan la oscuridad a medida que el escarabajo recorre con fatiga el trazado del puerto.
Olvido mira hacia el asiento de atrás, pero no hay ni rastro del ciclista. Frena y bloquea las ruedas, a punto de salirse de nuevo de la carretera. Está mareada y algo aturdida. Las lágrimas anegan sus ojos y el frío aliento del miedo muerde su nuca. -¿Pero dónde está Dios mío?
El ciclista despierta cubierto por una sábana blanca y por un tejado que le devuelve amortiguado el rumor de la lluvia. -¿Qué…? -Su voz se quiebra.
-Tranquilo, estás en Pola de Somiedo. Has debido de tener un accidente con la bici. Tranquilo, sólo tienes algunas magulladuras y un brazo roto. -El chico observa la escayola de su brazo derecho y después al hombre que le habla. Va vestido de blanco y con zuecos verdes.
-Me caí y me cargué la bici. Me pilló la noche…
-Ya, y sin cobertura. ¿A quién se le ocurre hombre de Dios? -El enfermero se queda mirándole con el ceño fruncido. -Entonces, ¿quién te ha traído? Te dejaron en la puerta como si fueras un fardo.
-¿Eh? No lo sé. -Se aprieta la frente y cierra los ojos. -Una chica, una chica muy guapa me recogió.
-Pues te ha dejado tirado como una colilla, menos mal que te ha visto Braulio. Mujeres…
La carretera serpentea como una lengua negra frente a las luces del pequeño Volskwagen. Fuera, una espesa cortina de gotas repiquetea sobre la pulida superficie azul, mientras los faros siegan la oscuridad a medida que el escarabajo recorre con fatiga el trazado del puerto.
Una curva traicionera le obliga a dar un volantazo inesperado.
Muchos metros más abajo, el escarabajo descansa en el lecho del lago, con la piel ya oxidada por el tiempo.
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Me gusta las descirpciones minuciosas, la reiteración de algúnos párrafos y la frescura de la escritura, pero me parece que es un poco confuso.
Aunque claramente las cosas no parecen lo que son. Es un giro argumental tópico pero bien utilizado. En general me gusta, me alegro de que hayas vuelto a escribir 🙂
Xplorador!!
Me alegra leerte.
Sobre tu relato, creo que el concepto, la idea, es muy buena. Pero coincido con Rave Reaver, sea quien sea, en que es algo confuso, sobretodo al final. Otro punto en contra es que en los momentos de más emoción apenas subes el tono, más bien tienes una tonalidad y un ritmo bastante constante en todo el relato. Yo personalmente hubiera intentado subir la tensión en los momentos de sorpresa.
Pero, insisto, es un argumento muy bueno. Un saludo, Xplorador!
¡Gracias por vuestros comentarios! Es cierto lo que decís. Uso una tonalidad constante que hace confusos los cambios de escena y algo insípidos los momentos de tensión o sorpresa.
Lo tendré en cuenta en los próximos que escriba.
Me alegro de que os gusten las descripciones y la frescura en general de la escritura. Y me alegra porque es algo que estoy puliendo recientemente.
Me pico la curiosidad sobre lo que escribias Xplorador y tengo que decir que este me ha gustado y es de lo más reciente que has escrito ;). A parte de lo confuso o no de las escenas, creo que es la chica la que tuvo un accidente, de ahí a que el escarabajo estubiese en un lago y no se supiese nada más. Pero esa tan solo es mi impresión de lo que cuentas
La chica es el fantasma y no el hombre de la bici.
Es la típica historia de miedo, pero contada del revés,… no me refería a que no lo entendiera, sino a qeu es algo confusa la escritura 🙂