EL HEREDERO

La noche comienza a llegar, me desespero, la sensación de estar en un sitio que no es el mío recorre mi cuerpo, siento una ansiedad inmensa, me levanto, aún me siento extraño, me duele el cuello, tal vez no descasé, dormir ahí no es dormir, doy un par de pasos, me gruñe el estómago, tengo hambre, sed, no lo sé, salgo de la habitación, todo está muy oscuro, me acerco al espejo, me veo detenidamente, mis ojos parecen despiertos, muy abiertos, ahora los veo como violeta, antes eran azules, mis manos están frías como si hubiera tenido hielo un día entero,  mi cuerpo es pálido, pero con mucha energía, nunca imaginé ser el legado de aquella antigua familia. Salgo de mi nueva casa, es muy grande, no sé cuando me acostumbraré, está muy lejos del pueblo, en la montaña más alta. Me subo al coche, de las únicas cosas que me quedé cuando llegué aquí. Pasa la media noche, el pueblo está desolado, todos en sus casas dormidos tal vez, así estaba yo a ésta hora, pero ahora estoy aquí, en mi coche, dando vueltas, buscando algo que no sé bien que es, pero llegará el momento de saberlo, sigo manejando sin rumbo fijo, mi nariz parece oler “algo”, un olor jamás percibido por mí, a lo lejos veo un grupo de perros, mis ojos no pueden despegar la vista de ellos, tengo ganas de acercarme, olernos, me bajo del coche, me acerco a ellos, los perros ladran, lloran, corren, como si yo les inspirara temor, como si les fuera hacer algo, quiero correr tras ellos, pero me ganan la partida, regreso,  camino a mi auto, veo  un señor a lo lejos, parece estar en estado inconveniente, se cae, inmediatamente me acerco, como si tuviera tanta prisa, sin poder detenerme, no me puedo contener, ese olor me vuelve loco me intoxica, y cuando me acerco a su rostro, se escuchan ruidos, me retiro, corro a mi auto, y emprendo el regreso a casa, pero ahora siento una euforia tan fuerte, como ansiedad de comer, de necesitar algo para sobrevivir, ya por la montaña veo un lobo, detengo el auto, me orillo, despacio  camino, el lobo parece temer, actúa como momentos atrás lo hicieron los perros, parece chillar, aullar, pero no se mueve, me acerco cada vez más, y lo agarro, lo huelo, ese el olor que mi cuerpo necesita, siento que algo crece en mi boca, dos de mis colmillos lo hacen, abro la boca, muerdo a ese pequeño lobo negro y absorbo todo su líquido vital, su sangre.

Otra noche en ésta misma casa, tan solitaria, empolvada, como si el tiempo no pasara, las cosas tan antiguas, tal vez de mis antepasados, de siglos atrás. Aun estoy confundido, tan sólo 23 años y ser el heredero de todo esto, es raro, difícil de creer, pero más complicado es aceptar lo que soy, lo que semanas atrás acabo de descubrir. Este sitio no me gusta, siempre oscuro, tenebroso, como las casas de aquellos cuentos que mi abuelo me contaba cuando era chico, han pasado tantos años.

Me levanto nuevamente, veo mi ropa, hay manchas de sangre, aun no se qué pasó ayer, tal vez me pelee con alguien, quizá me corté, pero no siento dolor, me intriga pensar que le pude hacer daño a alguna persona, un conocido, no recordar es como el futuro, tan incierto e intrigante, espero no haya pasado nada grave, pronto hallaré una manera de recordar lo que pasa la noche anterior. Eso de estar despierto por la noches sigue sin gustarme, antes eran tan dormilón, me gustaba la noche, pero sólo para dormir, en el día me sentía revitalizado, con fuerza, y ahora es lo contrario, ¿cuándo me acostumbraré? está vida es muy complicada, y más si fue un cambio tan repentino, pero tengo que aceptar mi destino, abrigar la noche como mi nuevo reino, ésta casa hacerla mi hogar y el pueblo un escondite perfecto para no ser descubierto hasta que sea el momento indicado. Alguien toca la puerta, es raro, nadie sabe que estoy aquí, me dirijo a abrirla, primero observo por un agujero, una persona vestida de negro, nunca lo he visto, abriré supongo, lo hago, – ¿Cómo estás Raziel? ¿supongo que no sabes quién soy? ¿puedo entrar? Vengo a despejar todas tus dudas, soy la única persona en el mundo que lo debe hacer, así que entraré. Este hombre vestido de negro me parece tan familiar, lo veo sentarse en la enorme sala de la casa, me acerco, me siento junto a él, lo miro fijamente y me pierdo en un sueño profundo.

Eduardo
Últimas entradas de Eduardo (ver todo)

Deja un comentario

Tu dirección de email no será publicada