No envidio lo que tienes, sino lo que eres…porque lo que eres atrae lo que tienes.

Y yo me siento como una gota de agua en la inmensidad de un océano, que se mueve según la corriente, sin rumbo, sin destino.

Tal vez está mal seguir así, con algo que no llega a ningún lado, más que a mi propia desolación. Pero a veces lo que está bien, no es precisamente lo correcto y mi conciencia perdió, hace mucho tiempo, la noción del bien y el mal.

Da igual las lágrimas que ante ti derrame o las sonrisas que te dedique, da igual, porque yo no puedo elegir. No puedo elegir salir corriendo y empezar de nuevo en otro lugar, lejos de todo y de todos.

Eres como un aliciente, una estrella que brilla en le firmamento, inalcanzable, intocable, y por mucho que alce mi mano para llegar a ti..tú te alejas un poco más. Somos seres de causas perdidas y nos regocijamos en nuestros imposibles, pensando que tal vez se pueden conseguir.

No puedo competir contra ti, no puedo ni tan siquiera compararme, porque saldría perdiendo.

Y me abrigo en las negrura de mis recuerdos, pensando que tomé el camino equivocado, que nunca me arriesgue, que resulto más fácil quejarme que intentarlo una vez más. Hice mías tus palabras y me perdí en tus historias, olvidando las mías.

Desde entonces puedo fingir, decir lo que quieres oír, dejarme llevar tantas veces como sea necesario, puedo callar, puedo… hasta que no pueda más, hasta que aparezca la fragilidad desnudas, sin ropajes que la cubran, ni armaduras que la protejan.

Eres quien me recuerda lo que no tengo, y mejor habría sido escoger otro camino, donde no empequeñeciera ante tu presencia, donde una parte de mi fuera capaz de todo y nada a la vez y los silencios guardan tantos secretos.

Pero de haberlo sabido, nada habría sido distinto

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