A la hora señalada. Capítulo 4.

Capítulo 1

 

Capítulo 2

 

Capítulo 3

 

 

Capítulo 4

 

– ¿Sabes, Agua? – irrumpió de pronto con voz melosa Tiempo, justo cuando Muerte pasaba a una distancia suficiente para escucharlo – En nuestro particular Olimpo existen dos clases de deidades: las realmente poderosas y los… llamémosles… «curritos».

 

Agua lanzó una mirada de reojo a Tiempo, vio la sombra de la Muerte y comprendió el juego:

– Claro que no es sólo del Paraíso: ¡siempre ha habido clases y clases!

-Lo que me gusta de que seamos dioses tan poderosos, Agua, y no sólo hablo de la potencia de nuestras habilidades, como verás, es que un dios verdaderamente poderoso siempre puede cambiarse a sí mismo, mientras que los hechos de los dioses «curritos» son categóricos: o son o no son. Si yo no actúo, no pasa nada. De hecho, no pasaría nada de nada. Pero imagina que a Justicia le diera por no actuar. Si Justicia no actúa da pie a la Injusticia. Si yo quiero, puedo tomarme un descanso, igual que tú…¡Tantas veces te he visto congelar un río para descansar! Hmmm… Además de Justicia, se me ocurren otros dioses menores, ¿sabes?, también categóricos… Bondad, Muerte… ¡Ah! ¡Hola, Muerte! ¿Cuánto tiempo llevas allí escuchando?

 

Muerte era muy calmada, de forma general y su pelea con Tiempo no le habría afectado en aquel momento si éste no hubiera nombrado a Justicia, quizá el único dios que podía considerarse amigo de Muerte.

– La lluvia – dijo, y miró a Agua -, la imposibilidad de explicar los hechos – añadió, y miró a Tiempo -. No hace falta que ate muchos cabos.

– Antes de que encontraras una prueba de nuestra implicación se acabaría el juicio, «mon ami» – respondió jocoso Tiempo.

– No va a quedar así – respondió Muerte con la más cadavérica de sus sonrisas.

– Quedará así, como quedó así en el pasado, o en el futuro, o … bueno, para mí da igual, ¿sabes?.

 

Agua no paraba de fluir de risa viendo como Muerte se ponía cada vez más nervioso ante el juego de Tiempo.

– No quieras despertar mi ira, Tiempo – amenazó Muerte, pero la consecuencia de sus palabras fue impredecible.

– ¿Me habíais llamado? – preguntó la risueña Ira.

– Nadie te ha dado vela en este entierro, ¡pírate! – contestó Agua y volvió a licuarse entre carcajadas, pero el nuevo interlocutor no comprendió el chiste y se marchó aleteando, hecho una Furia, en el sentido más literal de la expresión.

– ¡Qué tarde se ha hecho, Muerte! – interrumpió Tiempo -. Creo que el jefe espera tu informe semanal y no queremos que desespere, ¿sabes?

 

Muerte le lanzó una mirada furibunda y se marchó, girando sobre sí misma con brusquedad. El movimiento de sus vestiduras hizo caer al suelo una pieza que se encontraba en un tablero, entre Agua y Tiempo.

 

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La gente le miró raro; él mismo no comprendía ni los repentinos sudores, ni el ataque de agresividad de hacía unos instantes. Pero menos explicable era haber caído al suelo, instantáneamente inconsciente, y ver aquella luz mortecina al final de un túnel, como si las garras de la Muerte hubieran hecho una nueva tentativa de atraparlo. No supo si sonreír aliviado o estresarse por seguir en su punto de mira.

khajine
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3 Comentarios

  1. Yizeh dice:

    Jo, jo, jo. Se pone interesante. ¡Adelante, Gatcheto-Ladydaiquiriblues!

    1. khajine dice:

      Se resbaló la historia y, sin querer, se me aceleró entre los dedos… XDDD

  2. Ladydaiquiriblues dice:

    Pipiolos, me habéis puesto el liston muy alto, mi cabecita de pájaros se tiene que asentar primero… Pero estoy en ello..

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