Experiencias
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Rostro de invierno
Tenías el rostro desdibujado por las lágrimas. El viento de la costa, tan irascible en los límites del litoral, te azotaba la cara helando el llanto de tus ojos y formando ríos de escarcha alrededor de tus mejillas. Los labios, timoratos, estaban húmedos de salitre y parecían descarnados a causa de los gemidos inconsolables de tu alma.
La flor del verano que había sido tu rostro era ahora menos que un tallo de invierno. Mientras tanto, ante ti se extendía el acantilado de la muerte, y el viento te arrastraba a su seno.
Novelista, escritor, poeta, articulista, lector voraz y en definitiva un amante más de la literatura a la que se dedica en cuerpo y alma.
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-¿Por qué odias a Dios?- -¡NI QUE ESTUVIERA LOCO!, ¿Cómo voy a odiar algo que no existe?
Bello, pero quizás un poco recargado. Por ser un microrrelato, yo intentaría quitarle epítetos, dejar lo esencial, el esqueleto. Y que sea el lector quien le ponga músculos y piel.
Gracias por tu pequeña crítica. Uno de los defectos de mi prosa es que se excede en adjetivos, oraciones subordinadas y frases largas; un defecto del que aún no he podido librarme. Ahora que leo este relato después de tantos meses, veo que tienes razón, y que se podría avivar la lectura del mismo suprimiendo varios epítetos.
Gracias por iluminarme 🙂
Yo creo, Iraultza, que está genial y de rica descripción esta breve prosa poética tuya de «Rostro de invierno». Tiene sentimiento tu microrrelato. A mi no me pareció recargada, más que nada porque, a veces me gustan que los textos sean algo barrocos (aunque me gustan muchos tipos de textos, también más sencillos, de todo vaya) e incluso si hubieras sido más complejo en tu escritura, no me hubiera importado. Insisto en que la riqueza y virtud de tu texto es toda la carga de estilismo que has puesto en él. Bueno, es solo mi opinión particular y el prisma como yo lo veo. Un saludo. 😉