Deja vu
- publicado el 15/01/2014
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La humanidad será congelada
LA MAYORÍA DE LA HUMANIDAD SERÁ CONGELADA
– Gran parte de la humanidad se “detendrá” en espera de un futuro mejor.
– El proyecto New Ice Age tiene como objetivo preservar la especie.
La mayoría de los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (O.N.U.) aprobó ayer el proyecto N.I.A. (New Ice Age), por el cual la mayor parte de la humanidad se mantendrá en estado de congelación por tiempo indefinido. El acuerdo se ha adoptado como una medida preventiva ante los últimos informes elaborados, entre otros por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS), el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CESIC) y la Universidad de Oxford. Según estos informes, las condiciones físicas y ambientales previstas para los próximos 150 años harán inviable cualquier forma de vida en el planeta. Además, la ONU estima que hay 166 países con una probabilidad mayor al 70% de entrar en guerra y más de 2000 podrían sufrir crisis de subsistencia durante este siglo. “Lo cual” –asegura uno de los representantes-, “acortaría drásticamente el margen de reacción”.
Sobre la posibilidad de congelar a toda la población actual (más de 7000 millones de personas) el doctor Martin Gaesse, director del Instituto Bio-Médico de San Petersburgo y uno de los fundadores del proyecto, se ha mostrado rotundo: “N.I.A. no congelará a todos los seres humanos, lo cual sería, si no imposible, incongruente. Habrá una comunidad científica encargada de la conservación de los cuerpos, otra del avance de los estudios físicos, biológicos, neurológicos y psicológicos, y, finalmente, una tercera que incluirá a diplomáticos y especialistas en derecho para buscar soluciones definitivas a los conflictos internacionales”.
La formación de cristales de hielo o las isquemias son dos de los principales riesgos de la “animación suspendida” por congelación. Al respecto, Gaesse comenta que “hoy contamos con crioprotectores químicos que inhiben la formación de estos cristales, así como anticoagulantes que reducen al mínimo el riesgo de isquemias”. El porcentaje actual de este tipo de riesgos está “entre un tres y un cinco por ciento”.
En cuanto al tiempo de congelación, Gaesse se muestra escéptico, “no podemos predecirlo, pero intentaremos reducirlo al máximo. Las fases son relativas porque ciertos tejidos aguantan el frío mejor que otros. Si los resultados son positivos -añade- la primera de ellas podría iniciarse el próximo verano”. Los cálculos prevén que en dos años se hayan congelado a más de doscientos millones de seres humanos.
Otro enigma que afronta N.I.A. es la actividad cerebral. “Al comenzar el proyecto” -afirma Danniel Christiansen, catedrático de neurología de la Universidad de Estocolmo y colaborador de N.I.A.- creíamos que el estado del cerebro durante la congelación era prácticamente de muerte clínica, pero descubrimos neuronas activas en el hipotálamo superior. Es verdad que, hasta ahora, los pacientes reanimados no recuerdan haber soñado. A la espera de que se confirme tal posibilidad, hay en marcha proyectos sobre la inducción de sueños mediante estímulos asociados para convertir el sueño del paciente en una realidad virtual.
La complejidad legislativa es otro de los obstáculos de N.I.A. Alfredo Gomes, abogado y también partícipe del proyecto, afirma que “en algunos países latinoamericanos, por ejemplo, existen los DNU (decretos de necesidad y urgencia), que son normas con validez de ley si han sido sancionadas por el gobierno. También ocurre algo parecido en muchos países de Asia y África. Pero Norteamérica y Europa presentan mayores complicaciones porque los poderes ejecutivos están más sometidos al aparato legislativo”. Según Gomes, está previsto que “el gobierno de cada país adapte la resolución a su cuerpo jurídico mediante decretos sucesivos”. Otros, en cambio, cuestionan la legalidad del proyecto. “N.I.A. no sólo representa un problema ético, sino también jurídico”, ha señalado Issám Ibn Jamal, especialista en derecho internacional y premio nobel de la paz, “la misma ONU reconoce el derecho a la vida, recogido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, así como la Unión Europea, en su Carta de los Derechos Fundamentales”.
El proyecto también ha sido cuestionado por diversas comunidades científicas e intelectuales. Olga Podowski, filósofa y escritora, lidera uno de los principales movimientos contra el proyecto N.I.A., al que califica como “el crimen más aberrante que se haya cometido en la historia contra la humanidad”, comparado con el cual, afirma, “el holocausto nazi parece una broma”. Por su parte, los líderes religiosos también han mostrado su desacuerdo. El nuncio español, Gil Robledo, ha manifestado que “estamos ante el mayor atentado del hombre contra Dios y contra la vida” y que N.I.A. “no es sino el corolario de la idolatría a la ciencia, que esconde un egocentrismo ilimitado; del relativismo, que empobrece la vida humana y la rebaja a un experimento de cobayas; y del materialismo, cuyo nihilismo intrínseco corroe los valores eternos”.
El origen del proyecto N.I.A. se remonta a la segunda guerra mundial. El ejército soviético rescató los cuerpos congelados de soldados alemanes en las inmediaciones de Stalingrado. Uno de ellos, Jurgen Kofman, volvió a manifestar señales vitales tras su descongelamiento. Kofman estuvo en coma tres meses antes de su muerte. Fue el primer caso de reanimación de un organismo humano tras su congelación. Las autoridades soviéticas ocultaron el descubrimiento hasta el fin de la guerra fría. En 2012 el Instituto Bio-Médico de San Petersburgo se asoció con diferentes fundaciones criobiológicas dando lugar a N.O.E. (New Order Engine), fundación creadora de N.I.A. La fundación N.O.E. obtuvo el premio Nobel de medicina en 2020 al conseguir las primeras reanimaciones de cuerpos congelados. En su discurso, Gaesse afirmó que la criónica (rama de la criobiología consistente en conservar seres vivos en frío) “ha sido, sin duda, uno de los campos científicos que más ha evolucionado en las últimas décadas, y ya es hora de que la humanidad recoja sus frutos.
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