Mensajeros

Puedo correr tan rápido como el viento y saltar tan lejos como quiera, o al menos puedo hacerlo dentro de los límites de la ciudad. Mi nombre es QL-21 y trabajo en la ciudad de Nueva Gibson como un mensajero. Podrán pensar que es un trabajo bastante arcaico para el último bastión de civilización y tecnología en una tierra desolada, destruida por la última guerra de la humanidad. La razón de la existencia de mi trabajo es muy simple, debido a que nuestras capacidades para penetrar redes virtuales es tan grande que no tenemos defensas apropiadas la mayoría de la información u archivos de gran importancia es transportada por mensajeros con implantes cibernéticos. Somos pocos y estamos firmemente regulados por el Consejo Industrial que rige la ciudad y cada uno de nosotros “pertenecemos” a alguna de las empresas que fueron las que nos “construyeron” o mejor dicho nos mejoraron.

Mi trabajo es simple, ir del punto A al punto B sin perder mi paquete, pero muchas veces esto se complica por diferentes motivos. Por ejemplo ayer mientras llevaba un paquete un grupo de criminales trato de detenme y robar el chip que estaba llevando, con vistas de vendérselo a una corporación rival, lamentablemente para ellos no tenían ni el equipo ni el temple para competir contra mí. Llevo 3 años en este trabajo con múltiples mejoras físicas, capacitación de combate y conocimiento de mi entorno, sin mencionar experiencia, ellos no tenían oportunidad. Mientras evadía sus descargas balísticas con movimientos fluidos y casi perfectos, yo pensaba acerca de mí pasado, o mejor dicho de la falta del mismo. Todos los que entramos en los puestos de mensajeros recibimos un borrado de memoria para que seamos “fieles” a nuestra empresa sobre todo.

Realmente me parece un poco tonto que nos hayan dicho la verdad apenas nos despertamos de las operaciones a largo plazo, pero a decir verdad luego de pensarlo un poco más a fondo me doy cuenta que si me hubiera enterado por otra fuente eso me pondría furioso, al menos las Corporaciones del Consejo son honestas con sus empleados, o lo parecen. Creo que estoy divagando un poco, ¿Donde me había quedado? Ah! Si, ya recuerdo, luego de evadir las balas logre acercarme y noquear a mis agresores. No soy un monstruo, podre ser casi 50% implantes pero aun retengo mi humanidad, es algo que todos los Mensajeros debemos hacer, incluso nos hacen exámenes regulares para ver si nos hemos deshumanizado. A mi parecer nosotros somos los que más apreciamos la condición humana, debido a que nos queda tan poco de la misma, es como dicen, solo aprecias las cosas cuando las pierdes, o en este caso particular las reducen.

No digo que ninguno de mis colegas o rivales hayan tenido algún pequeño lapso hacia la locura, pero supongo que más que los sentimientos extraños que despiertan en uno al estar hecho de acero reforzado y otros materiales inanimados lo que realmente nos enloquece es la sociedad, tal y como a cualquier otra persona. Al estar más expuestos a la cara oculta de nuestra ciudad, que según el Consejo es una joya inmaculada del espíritu humano sin ninguna faceta oscura, tenemos que soportar más presión y más horrores que el promedio de la población y como dije antes no tener sensaciones en las manos o en los pies no ayuda mucho a nuestra psiquis. Pero basta de hablar de cosas negativas, por un momento quiero concentrarme en lo positivo de mi trabajo, para variar un poco.

Los Mensajeros tendremos algunas dificultades, pero yo puedo sobrellevarlas gracias a las ventajas otorgadas por el trabajo. Nadie en la ciudad puede admirar las vistas que nosotros podemos admirar, gracias a que nuestros cuerpos, fortalecidos por motores y articulaciones hidráulicas nos permiten escalar a lugares normalmente inaccesibles, saltar por los tejados y por encima de las calles. Equilibrio y agilidad perfectos se unen para darnos la posibilidad de caminar sobre el cableado o bordes como si fueran una calle. Nuestra resistencia y fuerza nos dan acceso a lugares que los humanos normales no podrían ni pisar, ya que somos capaces de filtrar toxinas u otros elementos nocivos antes de que lleguen a nuestro interior. Para mí las ventajas son mucho mayores que las desventajas y son disfrutables incluso en el trabajo, mientras surco los cielos y tejados de la ciudad sintiendo el viento cálido contra las partes de mí que aun pueden.

Bueno, creo que he hablado demasiado sobre mí, espero volver a verlos aquí algún día. Yo seguiré con mi ruta, los paquetes no se entregan solos y es el trabajo de los Mensajeros entregarlos, sino lo hacemos nosotros, ¿entonces quien?

Kuma
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