Sicarios

Detrás del árbol agazapado, como buitre que espera, como cuervo que vela, su aliento es inmundo, sus ojos vacíos, su piel grisácea, es opaco casi invisible, así es el asesino de hombres, así caza como hiena, casi siempre acompañado de otro cobarde que lo lleva fuera de la escena, los dos huyen como ratas, huyen como cucarachas, de la luz, montados en una moto entre el transito denso que esconde  su rostro y fechorías.

Y al final del día son recompensados con monedas de plata… después de dejar sola a una madre, huérfano un niño y un hogar sin padre…

Alan del Cid
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