Luna roja, no nos lloran, margaritas invertidas.

Bajo rios verdes,  crecen entre venas, los árboles lunares. Y tras las manchas, arrastran las flores, mariposas azules que a la espera callan. Crecen en el cielo las margaritas invertidas, como luces en el desierto, como guardias de hierro viejo. Más son sin más las raices que me abrazan, como un árbol en el desierto, un callado testamento, árboles lunares cuando miro al cielo. ¡Ay! consuelo, yo no encuentro, en las catedrales de los muertos.

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