Relato de lo imposible

Confieso haberla amado desde el inicio. Observarla desvestirse y meterse en la tina. Entonces, le rozo suavemente los senos, ruedo por su vientre. Ella frota sus piernas contra mí y me lleva de la mano hasta su humedad profunda, que me tuerce, que me devora.

He aprendido la ubicación de sus lunares. He odiado las marcas de hombres ajenos. He llorado su llanto. He sido y he padecido.

Hoy pido perdón por levantar los ojos para amarla. Solo soy una esponja amarilla que flota en su tina y sueña con que lo imposible se vuelva posible algún día.

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