Un cañonazo de la realidad mató al grifo, perdí toda esperanza y sentí nostalgia por aquellos seres fallecidos, como el fénix, o el Pegaso, que le quedaba poco. La realidad quería acabar con todo rastro de nuestra existencia, pero el dragón seguía fuerte, no pararía. Pero, ¿dónde estaba él? Primero, creí que lo había perdido, pero algo me decía que no era así. Salí de dudas cuando aquel hombre lobo, que siempre me había protegido, apareció. Yo le ayudaría, volvió mi esperanza, ganaríamos nuestros derechos y luego podría estar con él. Él y yo, jamás nos abandonaríamos.

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cristina

Soy una joven escritora y poetisa, muy peculiar e imaginativa a la que nadie parará jamás.

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• Imaginación y Realidad - 20/01/2014