La compuerta y la muerte

Cerré la compuerta, con unos tablones la tranque. Entonces ahí aparecieron los golpes furiosos. Pensé en todos los tripulantes, amigos, mi familia, todos los que abordamos los barcos para escapar de las ciudades. Ahora ellos, recuerdos de mi mente, solo eran comida de unos demonios verdes, gigantes peludos y bestias de siete cabezas que descendieron de los cielos tres días antes y arrasaron con todo. El silencio domino por unos instantes, y ahí entro, lo vi directo a los ojos, de su boca desprendía olor a muerte, y esa muerte me abrazo para siempre.

Cristian Ortus
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