Con unas copas de más.

El serenatero gustaba de enseñar equilibrios a las cabras. Los pobres animales se destornillaban, muertas de risa, viéndole hacer equilibrios. Y sobre todo  si llevaba encima unas cuantas copas de más.

Era digno de ver dando traspiés  y manteniéndose en pie a duras penas. Pero lo curioso del caso es que no dio con sus huesos en el suelo en ningún momento a pesar de su  ingesta de alcohol

Fijaos si estaba borracho que a las pobres cabras las confundía con sus compadres de serenata ¡qué vaya usted a saber dónde los había perdido!

Ma Dolores Alvarez
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