Lengua maestra
- publicado el 07/02/2014
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La desnuda
Está la carne ardiendo en la penumbra,
la mirada reverbera, deseosa,
la boca muerde una flor que perfuma
su esbelto desnudo dorado y rosa.
Muy garboso el cuello escultórico
labrado en mármol de oriental artista,
yergue el pectoral dos vasos cónico
pulidos en esfera alabastrina.
Entre las piernas revienta la hambruna:
¡Ah! los muslos ebrios y voluptuosos,
se exaltan sensual en alba moldura
como áspides en un ferviente dorso,
cuya matriz de vehemente bravura
holgando está en su insaciable gozo.
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