La esencia del alma
- publicado el 26/02/2012
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Extinción
Correr, correr, correr sin parar y sin echar la vista atrás por si acaso. Por si acaso están justo detrás, a punto de cogerme y ahogarme en mi propio grito por miedo a no saber qué les pasa a los que han sido apresados por ellos.
No se cómo he podido despistarme de esta manera y ser tan descuidado volviendo al zulo de donde salgo cada día para buscar algo que poder echarme a la boca. Estaba tan feliz pensando en el festín que me iba a dar con lo cazado esa mañana, que ni me percaté de que estaban tan cerca de mí. Pero no me volverá a pasar, no otra vez. De ninguna manera, aunque sea el único que quede de los míos por estos lares quiero vivir, aunque incluso sea el único de mi especie en todo el planeta, quiero vivir. Quién sabe si habrá otros como yo por ahí, escondidos en zulos como el mío, comiendo lo que me deja esta raza dominadora y sin escrúpulos que paso a paso arrasa con todo a su alrededor dejando mi planeta y todos sus recursos reducidos a muerte y miseria.
¿Cómo es posible que hayamos llegado a esta situación? ¿Cómo es posible que no sacien su hambre y continúen quemando todo a su paso? ¿De dónde vienen? ¿Qué es lo que pretenden? ¿Por qué destruyen a placer?
Estoy cansado, cada día más, llevo varios meses sin ver a uno de mi especie, sin ver a ninguna hembra con la que a lo mejor con el tiempo suficiente y si recuerdo como se debe seducir, pueda intimar y pasar mis genes creando un cuerpo nuevo y sano que continúe con esta lucha diaria por la supervivencia. Si ya de por si era jodidamente difícil lograr esta hazaña, ahora más con estos malditos persiguiéndonos y destruyéndolo absolutamente todo.
Mucho antes de que apareciesen, nosotros mandábamos aquí. No temíamos a nada… o a casi nada y había muchos más de los míos por aquí rondando. La comida era mejor y más abundante, hasta el agua sabía mejor. Incluso siendo los reyes, todos y cada uno de nosotros teníamos esa sensatez innata de respetar y no abusar de lo que se nos ofrecía y se ponía a nuestra disposición para saciarnos. Pero estos bichos a dos patas y pelados no desean ni respetan el equilibrio que debe haber en todo planeta habitable. Ya sólo puedo preguntarme: ¿Por qué?