Nadie fue a salvar al elefante
- publicado el 03/07/2019
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No tenemos derecho a quejarnos
No tenemos derecho a quejarnos
Sólo escribo lo que veo y oigo, así que no encontraréis fantasía. Traigo el tema de la eterna crisis de España a colación por lo siguiente.
Una mujer está embarazada y tiene programado su parto por cesárea en un hospital público mexicano. Para poder llevar a cabo esta cotidiana hazaña, este centro no cuenta con un servicio gratuito que lo respalde. Ahora os preguntaréis cómo es que se dice que el servicio es público y luego niega la gratuidad. La respuesta es terrible: no hay un banco de sangre detrás de la operación así que la persona que va a ser intervenida debe aportar tres donantes para que la operación se lleve a cabo. Y decimos que en España la Sanidad está mal. No tenemos derecho a quejarnos.
La Educación camina por los mismos derroteros. En México, un 10% de la población no puede asistir a una escuela normal presencial y las clases las imparten por vía telemática. En las regiones más remotas, las aulas carecen ce maestro y sólo tienen el apoyo de un vigilante que, con suerte, tiene completa la formación secundaria. En España hay escuelas públicas y privadas que cubren al 100% del alumnado y el problema se reduce a una reubicación de los recursos que provoca que las aulas se masifiquen, dificultando la labor de un profesional bien formado. No tenemos derecho a quejarnos.
En España, la clase política se divide en dos, por un lado los que roban y por el otro los que lo intentan. En México sólo hay de un tipo: los hampones. El poder se mantiene en un sistema corrupto sin que pueda haber una alternativa real en el poder (no la ha habido en más de setenta años). Y en España nos quejamos porque sólo hay dos partidos cuyas políticas apenas se diferencian en el maquillaje social conque las decoran. No tenemos derecho a quejarnos.
No tenemos derecho a quejarnos porque tenemos una sanidad que, aunque cada vez con más retraso, todavía nos cubre casi todos los supuestos médicos. Tenemos una educación que, aunque fue un sistema de referencia en innovación y ahora está llena de carencias, todavía permite que todas las personas puedan aprender a leer y escribir, atendidas por personal cualificado. Tenemos una clase política que, aunque roba descaradamente y se ha afianzado en el gobierno mediante una ley electoral injusta, no diezma la población colaborando activamente con el narcotráfico (salvo excepciones).
No tenemos derecho a quejarnos porque, aunque nos abocan a un sistema neo-liberalista radical que acabará con cualquier rastro de justicia para las próximas generaciones, aún nos racionan migajas de social-democracia. No tenemos derecho a quejarnos. Tenemos la responsabilidad moral de hacerlo.
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