Luz sobre sombra

Fue a una casa de empeños para afrontar los gastos. Algunos meses, la pensión de viudedad no bastaba para llegar a fin de mes. Sus cuatro hijos, lo más preciado de su vida, era todo lo que tenía. Y dispuesta a pasar hambre con tal de que comieran sus hijos, buscaba alguna manera de sacarles una sonrisa. Las criaturas tenían sueños; uno le dijo que quería ser médico; otro, cocinero… Los otros dos aún eran pequeños.
Pocos ánimos le quedaban en momentos como ese. Sin embargo, al regresar y ver los dibujos que sus hijos le dedicaron para el Día de la Madre, sintió que le quedaban fuerzas para continuar.

Ursula M. A.
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