Una mañana de agosto
- publicado el 02/08/2010
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Es posible
Hacía un calor de mil demonios; pero eso no hizo que Miguel y Pablo disminuyeran sus deseos de ir al parque. Los dos hermanos caminaban por un descampado sin decir palabra, hasta que Pablo, el menor, rompió el silencio.
—El camino es más largo que de costumbre.
— ¡No digas tonterías! —respondió Miguel—. Es igual que siempre.
El pequeño no tuvo entonces más remedio que callar. Sin embargo, cuando se disponían a cruzar un paso a nivel, ocurrió algo extraordinario. Ellos, al ver que el tren se acercaba, se detuvieron hasta que éste pasara. En el último segundo, el gigante gusano metálico se detuvo sin más. Parecía haberse detenido el tiempo.
Pero todo no se detuvo. Es más, Miguel y Pablo se dieron cuenta de lo ocurrido.
— ¿Cómo ha sido eso?— inquirió el pequeño.
— ¿No lo recuerdas? —preguntó el mayor—. Esto es un sueño. Y en los sueños, todo es posible.
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