CUANDO DESPIERTO…

Y se despierta antes de que el despertador cumpla esa función…

Siempre le ha gustado dormir, se acuesta tarde y madrugar era siempre su verbo más incómodo, más antipático y no lo recibía de buena gana… más bien de mal talante.

Ahora, últimamente le pasa lo contrario, se despierta sóla como si fuera una costumbre de toda la vida, le gusta hacerlo, parece que así el día tiene más horas… para dedicar su pensamiento a su amor, a su amado. Con él, de esta manera pasa más tiempo, es lo que más le gusta, estar a su lado, contarle todo, hablar, hablar…y hablar. No es capaz de parar un momento, no sé cómo él puede aguantarla, es una cotorra a la que no hace falta «darle» cuerda, ella misma con el pensamiento se la dá… y está todo el día a «ello».

El… tampoco se queda «corto», le rechifla hablar, le encanta que le escuchen, si no es hablado es cantado y sino…silva, el caso es no quedarse callado, es demasiado alegre para pasarlo bien él sólo, su felicidad y alegría la comparte, no solamente con ella, sino con todo el que pase por su lado y, no digamos si se le «pega»… es tan sociable, amable, y «dicharachero» que si le dan pié… lo agarra y no lo suelta. Es una delicia oírle, todo es bonito en sus frases, utiliza cada palabra en su sitio… sin salirse de la línea, como en sus escritos, hasta piensa si de pequeño en la escuela le daban con la regla de madera en sus manitas cuando torcía alguna línea… no creo lo hayan hecho, (era tan adorable que no serían capaces) pero lo parece. Utiliza, tiene un léxico que te enamora, ella se moriría estar a su lado de ser sorda… preferiría no tener ojos… su imaginación,  con solamente oírle, haría dibujar en su mente al ser que ella quisiera y… acertaría con su imagen, hasta el más mínimo poro de su piel.

Le quiere como a nadie, ella cree, a podido querer. A ella misma le sorprende, porque se dá cuenta que su único pensamiento lo ocupa continuamente, lo tiene tan metido en su corazón que la sangre que sube al cerebro va con su imagen en cada glóbulo que se mueve.

No concibe el poder vivir ya sin él, es sus ojos, sus manos… su todo. Se desmorona frecuentemente, pero en cuanto nota su presencia recupera el poco equilibrio que le queda y se pone en pié, no para luchar contra su enemigo, no… sino que se olvida de batallas que aún tiene por ganar y se queda en tregua con él, en un lecho blanco, con el trinar de los pájaros como único sonido fuera de sus conversaciones…

Está tan profundamente enamorada que, día tras día empieza a dudar más que esto que está viviendo sea real, cada vez se asemeja más a un sueño… quizá por ello le gusta ahora levantarse la primera, para cerciorarse de que los sueños quedan dormidos… en un lecho vacío hasta que caiga otra vez la noche, quedando guardados entre las sábanas y la almohada, blancos, blandos …ya se volverán a soñar cuando dén las doce, mientras dure el día, si así fueron los hará realidad o… al menos, eso intentará.

La ilusión es el motor de las vivencias y las ganas de vivirlas… su combustible.

 

 

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