Frentes de batalla
- publicado el 29/12/2008
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Todos
A veces la verdad duele, duele decirla y duele escucharla. A veces nos convertimos en testigos silenciosos del sufrimiento de los demás.
Y allí estábamos todos, el grupo de siempre, paseando por las mismas calles y haciendo las mismas cosas. Y de repente, sin saber muy bien el motivo, estábamos contemplando una escena como si fuésemos unos espectadores ante la gran pantalla.
Ella le grito delante de todos que no le quería, que nunca le había querido, que si estaba con él era porque se sentía bien a su lado. Pero que aún sentía algo por el otro chico con el que estuvo y que tanto daño le había hecho. A veces me pregunto si el dolor es consentido, como un niño caprichoso y malcriado, que coge una rabieta para llamar la atención y conseguir lo que quiere. Por qué bailamos al son de los demás y dejamos que jueguen con nuestros sentimientos.
Él se quedo un rato en silencio, supongo que tratando de asimilar las palabras que acababa de oír. Para decir luego que los besos, las caricias, los abrazos y todo lo que habían compartido no era algo que se pudiese fingir, que debe ser algo mutuo. Cogió su chaqueta, nos miró de reojo y se marchó para perderse entre la multitud. Ella se quedó un rato mirando al suelo, alzó la mirada y tomó otro rumbo.
Pasaron los días, ella estaba de nuevo con aquel chico, según nos dijo había cambiado. Él no respondía a nuestras llamadas, ni mensajes y daba la casualidad que cada vez que íbamos a su casa no estaba. Hasta que un día, mi amiga y yo nos lo encontramos por la calle, se hizo el despistado y entró en la primera tienda que vio. Mi amiga apretó sus puños y con paso acelerado entró en la tienda, se acerco y le grito que si quería estar solo lo entendía pero que ella no iba a compadecerse de él, que lo único que quería era estar a su lado. Fue entonces cuando comprendí que mi amiga era uno de esos testigos silenciosos, los que quieren en silencio, los que sufren en la distancia.
A veces una historia no tiene sólo dos versiones, sino tantas como ojos la hayan presenciado. A veces todos podemos ser los protagonistas de una misma historia.
- Recuerdos impresos - 15/05/2011
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- El reloj - 12/02/2011
Es genial.
Escalofriantemente, me trae demasiados recuerdos. Y me asusta un poco que mi historia, que aún no termino de entender, vaya por los mismos derroteros que sugiere tu relato.
Me ha gustado mucho, en serio.
Wow… es…. sorpredente…
Esa historia la he visto muchas veces, y vivido otras tantas.
«Aveces una historia tiene tantas versiónes como ojos la hayan visto»
Genial.
Un relato sencillamente genial
Muy bueno, realista, cotidiano y sin caer en exceso de sensiblería ni tampoco demasiado rutinario. Una lectura que no cansa. Como a Zadel, me encanta la reflexión final. Enhorabuena. 😉
¡¡¡Gracias!!! quizás todos hemos estado en alguna de esas situaciones y desde fuera todo se puede ver como si estuvieses viendo una película.
Qué buen relato, muy de vida, como comentan.Me encantó cómo lo has contado; sólo como quien observa.
Muy bueno,
salu2