Déjame caer
- publicado el 20/01/2014
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Un viaje por el universo
La niña dormía bajo el influjo de un raro espejismo,
así, Ana se embelesó de las estrellas del ocaso,
entonces un fulgor asomó por sus ojos, en el abismo
de su radiante mirada llevaba ensueño de gran paso.
¡Llévame contigo! -dijo la niña- a tibios fulgores.
-Seré tú acompaso en el devenir: ¡Brillo de cielo!
Iré contigo tras claros soles y nebulosas multicolores,
y al ritmo de tu luz, será indómito el viaje en el rielo-.
Casi intuyó del brillo, vaguedad de incierta respuesta
cuando el fulgor cruzó mirada de ensueño de la niña,
insólito resplandor del infinito le fue manifiesta,
una lluvia de zafiros como mediodía en la campiña.
Así, la niña volvió en ondulación; a la altura el océano
de la Tierra, oscuros celajes de una gris tormenta,
el relámpago como corcel impetuoso, era lo arcano,
y enfilaría con los tibios fulgores a la luna argenta.
Había vuelto en niña-luz, y viajera a las estrellas,
haría trazos, como en un bajel, en mares oscuros
del infinito, aproximaciones celestes tras sus huellas,
acariciaría soles radiantes, y planetas tras sus muros.
Apenas sutil vacío en el entramado, el sol a cuestas
en el ocaso, y alborada, arrebol en pausa era señorío,
el solario de los mundos y la estrella, que enhiestas,
caían sobrias a Virgo. Constelación de vasto poderío.
Revolución en maremágnum de la nada brumosa,
la valerosa niña-luz, cual pirata, arrebataba del viso
el ímpetu de un salto cuántico hacia una luz fragorosa,
y al fondo, lo oscuro haría de un guardián insumiso.
Retrataba en su pupila-luz, energía del frío infinito,
atrás la vía Láctea, y Andrómeda en concordancia,
escondía nebulosa oscuridad celeste en incógnito
como turbio remolino que se agitara en beligerancia.
Pasos en orillas, galaxias como figuras primicias
trazos rutilantes del corcel brioso en la lejanía
rizos que en resplandores de hadas, parecían albricias
a su gentil mirada; era el encanto que se le abría.
Como rodete oscuro sobre negra cabellera
lo negro creaba deslumbrante espejismo
el profundo hoyo del que nada torciera,
ni escapase luz, verdadero y extraño abismo.
Novas y supernovas, binarios y rojas gigantes
estrellas que fueron soles y ahora en mudanza,
rara sensación de que algún día fueron amantes
en el génesis, y en su hora, sería otra su esperanza.
En parábola con otras realidades, sumergió la niña-luz
más allá del derrotero, los bordes de la creación
lo infinito volvía en acabado, y cosmos a contra-luz
el incierto universo paralelo, visto desde su bastión.
Vuelta la niña dejó luz; y lejos su romance lucero,
despertaba de su sueño; albor de arenas infinitas
motas de polvo en conglomerado volverían tintero
de las quimeras, las que serían, de nuevo, exquisitas.
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Me gustó mucho el trabajo literario la felicito Isabel.
Muchas gracias Mary Rdz