El asesino de la reina

El rastro del huargo herido llevó al sicario enano hasta las ruinas de una atalaya cubierta de hiedra y maleza en lo más profundo del bosque. La bestia se tumbó junto a la entrada de la torre y aulló llamando a su dueña. El enano colocó un virote —impregnado de una gota de sangre de su reina Blancanieves— en la ballesta y esperó a que la bruja de la capa roja saliese de su guarida.

Vicente F. Hurtado
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1 Comentario

  1. newowen dice:

    ¡Vaya giro al cuento! Esperemos que saque una tirada alta y que consiga un golpe crítico ja ja.

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