La realidad es paradoja

Allí esta, en la cima de la montaña. Isabel admira la naturaleza. Su espíritu se pierde divisando el horizonte, olvidando por un momento sus penas. En el descenso, gracias a una distracción, Isabel calló. Despertó estupefacta, en un lugar totalmente vacío, una tenue luz lograba distinguirse a la distancia, corrió hacia ella, pero su cuerpo era retenido, grito al sentir como era cortado su brazo izquierdo, por su mano se deslizaba levemente gotas de sangre. Pudo distinguir, entre la oscuridad un cuchillo que se le acercaba a su pecho. Entonces despertó, su brazo sangraba y su blusa estaba levemente rasgada.

Juan Pablo Gallego
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