Problemas de Tuercas

Confirmado; he perdido la cabeza, y no es que no lo sospechara. Hace tiempo que mis tornillos andan sueltos, pero a pesar de las señales –extraños chirridos venidos de todas y de ninguna parte– y de las advertencias de mi padre, nunca hago caso. Y ahora me grito a mí mismo desde el suelo, en un intento por recomponerme antes de que él se entere. Pero mi cuerpo sigue a tres metros de mi cabeza, propinando patadas a los tornillos que desde el principio debieron mantenerme unido. Entonces mi padre aparece y dice: ¿otra vez, Frankie?

Eureola
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