Cupido enamora, pero no se enamora

El arma se disparó y la flecha atravesó el cuerpo de la muchacha de cabo a rabo para luego desvanecerse. La chica sufrió un espasmo, se contorsionó, se erizó sobre sí misma y luego volvió a erguirse. Cuando se levantó, su mirada deslucida había cobrado brillo. Sus ojos rodaron por el pavimento hasta chocar con una figura que, a unos pies de ella, caminaba en su dirección.

―¿Te encuentras bien? ―inquirió el desconocido, aproximándose.

Ella cabeceó afirmativamente, pero aquello no pareció resultarle suficiente. De un gesto rápido, se abalanzó contra sus labios y le declaró un beso fugaz. Él, sorprendido, abrió los ojos y puso las manos en sus caderas para apartarle de sí, pero volvió a aproximarse a ella tras sufrir una sacudida parecida a la que había sufrido la muchacha con anterioridad.

Ambos amantes expresaron su amor con relativa intimidad. Mi mirada solitaria observó, tanto a esa pareja como a otras tantas, desde la distancia. El arco cayó a uno de los lados de mi cuerpo, las flechas descansaron a mi espalda.

Tarea cumplida.

Cupido enamora, pero no se enamora.

Pixieh Tian Shi
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