POST MORTEM

 

La encontraron sentada en el viejo sillón de estilo Luis  XV   un tesoro que ella  adoraba. Tenía  la mirada fija en  el enorme retrato del abuelo que colgaba en la pared de su habitación. Un súbito paro cardiaco había acabado con su existencia.

Su apacible semblante había adoptado ya la rigidez post mortem. Tenía varias horas de muerta  y lo que más llamó la atención  fue la mirada triste y  la  tenue sonrisa que dibujaba su pálido  y dulce rostro.

Estaba muerta.

 

Luis Aranda Cruz
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