ANONIMATO UNA HISTORIA DE AMOR cap.4

                     A veces Enriko pareciera no amar a su hija, pero si lo hacía y demasiado, aunque era realmente muy estricto, demasiado, sin embargo, pensó que tal vez de este modo ella se olvidaría de escribir.

–¡Bien! Espero que al menos hayas escogido la mejor.

          Ella empezó a caminar por las suntuosas escaleras que llevan a las habitaciones,  sintiendo un gran pesar agregó.

–No te preocupes, estoy en la mejor.

          Ella terminó de subir y se dirigió a sus habitaciones, mientras sus padres se quedaron conversando en el salón principal.

–Sabes Graciela, voy a llamar a Teodoro Slim, voy a empezar a relegar responsabilidades en el  trabajo; voy a pedirle a ‘el que lo haga y también que se haga cargo de los negocios del extranjero. Quiero que nos  quedemos en el país por un tiempo.

–¿Por qué decidiste eso?

–Tú hija nunca nos había desobedecido, estoy seguro que ahora que va a la universidad, se atrevió a hacerlo y, no sé, pienso que se atrevería a  volver a intentarlo.

–¿Crees que se atrevería a escribir? ¿De verdad crees que lo haga?

–Pues la hemos dejado mucho tiempo sola, ha hecho cuanto ha querido, supongo que pondría de pretexto el que nunca estamos, así que ahora nos quedaremos un buen tiempo.

–Sabes que yo siempre apoyaré tus decisiones.

         Al día siguiente en la escuela.

– ¡Isabel! ¡Isabel!

–Hola, Lana.

–Te vengo llamando desde hace rato.

–Discúlpame, no te había escuchado.

–¿Qué sucede? ¿Estás bien? ¿Te pasa algo?

–Mis padres, Lana… Están aquí.

–DIOS. ¿Se dieron cuenta de lo que haces?

–Pues si y no…

–¿Cómo es eso? Entonces…

–Mi último libro… Lo tomaron antes de ser editado…

–¡Hay no!

–No te preocupes… creyeron que era el primero…

–Menos mal… Pero entonces ¿Por qué no estás feliz? Siempre tenías el deseo de verlos.

–Sí pero, tengo miedo que no me dejen venir a la escuela, les suplique, por lo pronto lo aceptaron pero… Temo que cambien de idea.

–Isabel ¿Qué piensas hacer?

–No sé pero, no puedo permitir que me hagan eso. Suficiente tengo con escribir a escondidas. Ya que tengo un apellido que cuidar.

–Tal vez te estás precipitando a algo que probablemente no pasará, de lo contrario no estarías aquí.

–Tal vez tengas razón y me estoy preocupando por nada, en fin… Hablemos de otra cosa. ¿Adivina qué?

–¿Qué?

–Ayer vi al amor de mi vida nuevamente.

–¿En serio? ¿Le hablaste?

–Como crees Lana, apenas si puedo caminar cuando lo veo. ¿Cómo crees que le hablaría?

–Bueno ¿De por lo menos conseguiste que te viera?

        Isabel cerró los ojos y tristemente agregó.

–Hay Lana; no existo para él, en todo este tiempo no se ha dado cuenta de mi presencia. . . Siempre va leyendo, solo aparta la mirada del libro en turno, para fijarse al cruzar la calle. Para luego retomar la lectura. Aún no entiendo como no choca con algo.

– ¡Claro! O con alguien.

        Isabel la miró incrédula.

–Olvídalo no voy a chocar con él.

–¿Por qué no? Puedes ir distraída y…

–No. No haré eso.

–Yo podría ayudarte ¿Por qué no lo intentamos?

–Sabes que no seré capaz… No, no, olvídalo.

        Por lo pronto en la librería de aquel amigo que ayudará a Isabel a publicar sus librillos.

–Hola Rob ¿Cómo estás?

–¡Hey! Que tal Luka. ¿Cómo sigue tratándote nuestra ciudad?

–Muy bien, te digo algo.

–Claro.

–Estaba dispuesto a marcharme desde hace tiempo y, ya ves, sigo aquí, en tu país.

–¿Tu decisión tuvo que ver con los librillos que te he vendido?

         Señalando los librillos de Isabel.

–La verdad es que si, no sabes cuánto me gustaría conocer a esa chica. Vamos Rob dime quien es.

–Lo siento Luka no puedo.

–¿Por qué no?

–Ella quiere permanecer en el anonimato. Debo respetar su decisión. Lo siento.

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