ANONIMATO UNA HISTORIA DE AMOR cap.4

                            Lo que ellos no sabían es que ella se había decidido a publicarlo, por un chico, no sabía cómo se llamaba, donde vivía pero, lo que si sabía, es que ese chico le había robado el corazón. El padre era un gran hombre pero, muy estricto, la fortuna de ambos padres era incalculable desde hacía varias generaciones. Por eso Enriko Dankworth le dio un rotundo no, a lo que quería hacer ella.

          Aunque ella no veía nada de malo en querer escribir, o querer ir a la escuela, ya que eso tampoco se lo permitían. Ya que Enriko consideraba que la ciudad no era segura. Aunque en aquel tiempo que él decidió mudarse a ella, lo era. Enriko Dankworth Maybeck, había nacido en una de las familias más ricas, importantes y distinguidas de Europa; también había sido hijo único, cuando sus padres murieron en aquel accidente aéreo, él  heredó toda la fortuna de ellos, entonces había decidido vivir al norte de México, ya que el país le había gustado demasiado cuando lo conoció.

          Su padre lo había llevado una vez, quería hacer negocios en este país, lo considero oportuno. Ahora, es una de las empresas más importantes de México. Ahí conoció a su esposa, se casarían y nacería su única hija, Isabel. Así que por el abolengo de su apellido, no permitiría esas locuras de escribir. Como tampoco le agradaba la idea de que ella se inscribiera en la universidad. Pues hasta ese entonces, Isabel solo había contado con institutrices. La última que tuvo, la misma Isabel la despediría pues, había decidido entrar a la escuela.

          Cuando sus padres se enteraron también fue un motivo para que ellos regresaran, considerando que su hija se estaba desubicando mucho, decidieron quedarse con ella por un tiempo, para apretar las riendas. Cuando Llegaron a su mansión, Isabel no se encontraba, la esperaron impacientemente, su padre quería leerle la cartilla, así que cuando ella llego…

–¿De dónde vienes? –Preguntó Enriko.

–¡Papá! ¡¿Cuándo llegaron!?

          Isabel se sorprendió al verlos pero, estaba feliz y temerosa a la vez, tenía miedo que se hubieran enterado, que sin su consentimiento, había empezado a publicar aquellos pensamientos que le prohibieran. Un amigo le había ayudado a editarlos y venderlos, el amor de Isabel por aquel chico desconocido, le dio valor, pues cada pensamiento de aquel primer libro que publicara, al igual que los dibujos, ella se inspiro en él.

         Solo que había un problema; el chico no percataba en ella, tampoco tenía idea que había unos cuantos librillos que iban dedicados a él.

–Te pregunté que de dónde vienes.

          Ella titubeo al responder, temiendo por la reacción de ellos.

–D-de… la escuela. –Susurró.

Deja un comentario

Tu dirección de email no será publicada