El mejor amigo

Eran amigos de patio de colegio. Hasta fueron al mismo instituto, misma universidad… Incluso llegaron a trabajar en la misma empresa. Todo empezó a cambiar el día en que uno de los dos logró que le ascendieran. Su amigo pasó a ser su subordinado, pero se juraron que eso no afectaría a su amistad. Como ya se sabe, prometer es fácil; cumplir las promesas es lo difícil.

Durante los siguientes años, el amigo subordinado tuvo que soportar toda clase de presiones, favores, humillaciones… Hasta entonces no tuvo que traer un café a su amigo, pero lo más insultante para él era que en las horas extras, su jefe aprovechaba para tirarle los tejos a su mujer.

No tardó en enterarse, y su reacción fue tal que en una discusión llegó a clavarle una estilográfica en una mano. Obviamente, fue despedido. Sin embargo, su ex-jefe y ex-amigo era un buen estratega e ideó un buen plan para que el infeliz fuera arrestado por robar dinero de la empresa. Las falsas pruebas apuntaban que él era el único culpable. El pobre hombre estaba muy abatido en su celda, sabiendo que su condena era de 10 años y que realmente no había hecho nada.

A esa década se le atribuiría cualqier adjetivo menos alegre, sencilla y maravillosa. Esperó todos esos 10 años a poder verle la cara de nuevo, para darle su merecido. Sonreía al pensar las muchas maneras posibles de matarlo.

El día que obtuvo su libertad se sentía un hombre nuevo. Enseguida fue a la casa de su madre, ya que, como su amigo le robó su esposa era imposible ir allí. No lo sabía, pero imaginaba que igual vivían juntos. No se equivocó, pues al ir a su antiguo hogar, encontró al traidor que hizo de su vida una miseria. No hablaron mucho. Sus únicas palabras fueron hola y adiós. Mientras pronunciaba su palabra de despedida, se abalanzó sobre él. Empuñó el cuchillo que traía de la casa de su madre y le apuñaló varias veces sin piedad.

Le agradó ver cómo corría la sangre. Llegó a sacarle las tripas por curiosear. Se divertía como un niño descubriendo el interior del cuerpo humano. Cuando sacó su corazón, lo dejó en el suelo y lo apuñaló hasta que lo desinfló como un globo.

Ursula M. A.
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