Y TIENEN VIDA…

Y cuando mira sus fotos se emociona y les da vida y se mueve sobre el papel en el que él se apoya… gesticula, devuelve su mirada y la habla.

Y le tiemblan sus manos como algo sagrado que sujeta con esmerado cuidado para no estropearlas, dañarlas, mancharlas… para no cometer con ello un sacrilegio.

Adorando las admira, las contempla… y comienza a volar su fantasía, tanto y tanto vuela que conversa con él y él , la contesta. Y se ponen los dos «dicharacheros», como suelen hacer todos los días. Le habla y le regala mil piropos, lo tiene como al ser que para ella es más hermoso, todo en su rostro es bello, y cada sentido que lo compone el mayor don, son los cuatro las virtudes que idolotra. Todo en su cuerpo es armonioso, aunque a la muy «c——» le guste bromear con lo contrario y es que…tampoco puede pasarse de sincera porque él, a él… ya se lo han dicho TODO y lo que no, él mismo se lo «añade», pues no le llegan los elogios desde fuera, si acaso, «se inventa» alguno más y te lo suelta…y se queda tan «ancho», como si fuera solamente olvidar algún dato en su curriculo, pues, ¡anda que no es creído!.

Reconozco que está bien que se lo crea, sabe que su «perfección» no tiene límites, se lo hacen creer constantemente y…¡qué porras! a ella se le llena la boca repitiéndoselo.

Y le mira a los ojos arrobada y comienza su corazón con mil latidos, un TOC, TOC que mete miedo, un TOC, TOC, TOC, sin ningún freno.

Y ya imparable se le hace, siendo ya el temblor en todo el cuerpo, que ya casi las manos no le tiemblan.

Y él la mira, al menos ella lo imagina y a ella escucha… lo sigue imaginando y la contesta y ahí es cuando comienza su cuento… y a soñar despierta va dispuesta, a pasar ese buen rato que se inventa.

Y le mira y ve todos sus gestos y hasta adivina lo que sus ojos «piensan» porque tras ellos, transmite su deseo de tenerla a toda costa y en su lecho.

Y comienza a ver lujuria en su mirada y con ella… la intimida y la pone colorada y en su cuerpo siente pronto su descarga y devuelve aún si cabe, ella con creces más lujuria.

Y la fuerza entre los dos se hace combate y compiten a la vez por «su» victoria. El que más haga gozar al «contrincante», ganará o la de oro o la de plata…

Y su boca sale en busca de su lengua, para hacerla con la suya prisionera, iniciando un «lengüeteo» peligroso y dejarla sin defensa a sus «antojos».

Y le mira con los ojos entreabiertos… y sus manos van en busca de las suyas, esas tan cuidadas y perfectas que se mueven por su cuerpo acariciando lo que encuentra… los atrae directamente hacia sus pechos y sus brazos mientras, le agarran por el cuello y comienza un «forcejeo» a campo abierto.

Y cuando ya «gozados» son sus cuerpos y «ganadas» las medallas pertinentes, él se adentra en el marco de su foto con un beso y un te quiero… hasta el siguiente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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