El molinero y el molino

Hace muchos, muchos años, existía un viejo molinero dueño de un antiguo molino.

Como quiera que era el único que había a muchas leguas a la redonda, todo aquel que necesitaba hacer harina de su trigo, acudía allí.

El molinero era avaro y taimado, de los sacos de trigo, siempre hurtaba una buena porción para sí.

La rueda de moler era movida por un escuálido jumento al que apenas alimentaba. Para que diese los giros más rápidos no escatimaba en golpes y latigazos que resonaban en el reseco pellejo del animal sin conseguir grandes logros, el rocín  seguía a su ritmo resignado a su suerte.

Lo cierto es que, los sacos de cereal, se acumulaban en el molino para desesperación de los parroquianos, que nunca sabían cuando iban a poder disponer de su harina.

Un grupo de jóvenes, hartos de aquella situación, decidió que algo tendrían que hacer.

Tras la espesura del bosque que rodeaba la aldea fluía un caudaloso río. El más despierto del grupo dibujó con tiza sobre un trozo de pizarra lo que él entendía podía ser un molino construido en la orilla donde el cauce fuese más caudaloso. La muela del nuevo molino sería movida por unas grandes aspas de madera colocadas dentro de la corriente.

No tardaron mucho tiempo en ejecutar su plan.

Los habitantes de la aldea se asomaban por las obras de construcción moviendo la cabeza en forma negativa, aquello no iba a funcionar, el viejo molinero sería un poco lento, pero era seguro.

Para sorpresa de todos, el nuevo molino comenzó a funcionar; mientras el viejo molino molía un saco de trigo, éste, el del río lo hacía con cinco sacos, siendo además, el resultado de la molienda mucho más fino y satisfactorio.

Si entraban diez fanegas de trigo, salían diez fanegas de trigo.

Pronto el viejo molino se fue quedando sin clientes.

El molinero metió al burro en el corral y allí lo abandonó a su suerte. Él, con los reales que había ido atesorando durante tantos años de engañar a sus vecinos, una noche hizo el petate y desapareció del pueblo para no volver nunca más

 

 

Moraleja: Por extraño que nos pueda parecer, las cosas hechas con honradez y criterio, pueden perfectamente sustituir a las viejas y rancias costumbres. De no ser así, seguiríamos viviendo en las cavernas, de no ser así, los que nos han engañado durante tanto tiempo, seguirían haciéndolo.

No dudo de que todos han entendido a que me refiero realmente.

Si queremos, claro que podemos.

 

Stradivarius
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1 Comentario

  1. @ForosTelecinco dice:

    Muy bueno el relato, al parecer se fue a tomar viento el viejo molino de la casta…

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