Transformación

Se ocultó detrás de la casilla de ventas de entradas.
El parque estaba solitario
pero no tanto como ella.
Los oía todo el tiempo aún sin verlos.
Presentía su acercamiento.
El ojo que todo lo ve- le habían dicho-
Esta ciudad no es como las otras- también supo escuchar-
Se sentía desierta
y con sed de otra piel,
de una mirada amorosa que le borrara las marcas.
Hacía tanto que no la nombraban!
Solo eso hubiese sido suficiente para dejar de esconderse.
El aire enrarecido se filtraba por sus narinas
y un olor putrefacto le provocaba náuseas.
Pero, resistía, sin hacer el menor movimiento.
Se acostumbró a ser sombra en un mundo de luces.
Al pensarlo notó la contradicción,
cuánto deseaba ser!
Ser de cara al cielo gris de enero,
ser de cara al mar de peces muertos.
Ser.
Sin miedos.
Sobrevivía agazapada
como un animal herido.
Eso era ella.
Un animal en medio de una jungla ordenada,
milimétricamente controlada.
Un animal rebelde,
escapado del lavado mental.
Un animal que defendía su parte humana
así como su libertad de elección.
Un animal en extinción.
A su alrededor cadáveres de anteriores luchadores
se amontonaban en una pila a ser quemada.
A su alrededor se hacía la noche.
Ellos venían a cazarla.
Miró los juegos iluminados
y la infancia fue bálsamo en el recuerdo.
Los pasos sonaron a su espalda.
Luego el silbato que anunciaba la victoria.
Nadie supo que ella lo sopló
mientras desgarraba la carne del controlador
y rompía en pedazos el visor de su casco.
Nadie la vio sonreír.
Nadie.

Macarena Abilleira Álvarez

Foto: Agustín Torres

Macarena Abilleira Alvarez
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