Negro.
- publicado el 10/09/2014
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Noches de mi Barrio – Antes del último Hola.
Las ocasiones que pasamos por momentos duros recurres a métodos para aliviar eso que sientes, pero nada como una amistad, aun es una lástima que crees que es pura y mutua. Poco a poco un vivar que inicia se va volviendo humo sin ningún tipo de chispa. Se pasa el tiempo hablando conociendo cada gusto y peculiaridad, una amiga que creíste única y en quien confiar, hablaste de muchos temas incesante por conocerle y a veces con ciertos toques de inmoralidad.
Todo acaba, algo que creías fino y entendible, eso duele, cuando una amistad se torna flácida y se nubla por el tiempo. Se pregunta uno – ¿en qué momento dejó de ser interesante hablar y contarse todo? A ser un simple «Hola, ¿Cómo estás? y así durante semanas hasta que se acaba todo.
En efecto una amistad se acaba por muchas razones, pero cuando comprendes que el interés de compartir tus vivencias contar tus anécdotas y dedicar relatos, pasar todo a un burdo hola, con una respuesta tardía, duele, ver como se acaba lentamente.
No importa que medio sea, ya que es el mismo sentimiento, agotado por preferencias mucho mayores que lo que la amistad podría ser. Y terminas siendo la molesta piedra en el zapato que hasta que no te la quitas no descansas y esta es más molesta que tropezar, pues la piedra la llevas por elección hasta que decides removerla.
Y poco a poco sonrisas y alegrías se definen solo en diminutos saludos tras una pregunta de “¿cómo estás?” viene un hipócrita “estoy bien” de cortesía. Sin más ni menos, se vuelve efímero, se desgasta la intención y se fractura esa amistad que viste importante. Toda aquella persona que insistía con los “holas” termina debatiéndose si vale la pena insistir, si tal vez solo se vuelve en una molestia.
Las personas tienden a darle poca importancia a aquellos que dan, y estos que dan se vuelven extremistas que arman un show frente a la nada, al tiempo de debatir vez que las cosas habían acabado antes del último Hola que diste, te vuelves un saludo molesto como la piedra de su zapato. Inútilmente intentas ingresar de nuevo solo para ser pisoteado y envuelto en hedor.
Mirando a atrás y preguntándote ¿Cuándo paso?, pero sin hallar respuestas porque fuiste el que diste, pero al final todos esperamos recibir algo, por esa razón agotamos los saludos, hola, tras hola, esperando que todo sea como empezó. Cuando no eras más que un suplicio emocional en un momento justo para alguien más. detesto estar solo en la esquina de mi barrio una noche tan fría.
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