Una nueva vida (Capítulo 12)
- publicado el 11/11/2008
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-EXSCIND- Memorias de una Elfa, Dilyara…
El camino del bosque está lejos y no hay senderos, avanzando con gran dificultad por toda la maleza, pero ellos también se retrasan al pasar por tantos obstáculos, logro ver que no solo cargan la espada de mi familia, llevan sacos aparentemente llenos de cosas valiosas, eso los retrasa más, y puedo alcanzarlos en cualquier momento ya que puedo aprovechar que hacen mucho ruido al caminar. No pasan más de veinte minutos y logro estar en su zona visual, ocultándome detrás de los arboles los sigo a cierta distancia cuidando que no me vean cuando miran atrás.
Decidí ver a donde llegaran con las cosas que robaron, y acompañarlos a donde posiblemente se escondan, saber si tienen más cómplices o solo son ellos. Detrás de sus pasos les sigo sin que se den cuenta por un rato más, saliendo de la espesura del bosque se desvían por un sendero, aquí veo que se relajan, en el aire la altivez de cada uno de ellos sobre su triunfo. Me repudia sentir que alguien gano, pero me llena más que ellos saber que no me han visto, menos que sospechen que alguien les sigue.
Saliendo del sendero llegamos a una llanura llena de cultivos de trigo, avanzan por los senderos creados por los trabajadores de estos terrenos y se internan en otro lindero boscoso, pero este tiene muchos senderos y caminos. Toman una ruta y les sigo mientras alegres cantan y hablan sobre el golpe que hicieron, arrogantes cuentan sus hazañas como entraron y como nadie les noto. ¡Prepotentes y confiados! No dejo de pensar cómo serán sus caras al verme, al saber que pude seguirles todo el camino. Me saboreo los labios al pensar que acabare con cada uno de ellos.
Después de una hora de camino llegan a una cabaña cerca de la zona montañosa, su escondite es muy bueno debo admitirlo muy pocos podrían llegar a este punto, a no ser que les persigan. Entran y no noto que alguien más este con ellos, por eso me acerco sigilosamente sin que se note mi presencia o se vea por las dos únicas ventanas que la vieja choza tiene. A su alrededor hay muchas ramas secas y podrían ser detonante de mi presencia.
Con cautela y removiendo sin quebrar las ramas logro llegar a una de las ventanas, estando a su costado escucho como los tres reparten el botín, hasta no asegurarme que son tres no pienso actuar, por lo tanto, espero y escucho atentamente, mientras la repartición se lleva acabo se hace evidente que la espada es lo más preciado y debido a que es una los ladrones se pelean ya que son tres, empiezan a discutir por quien se queda con la espada. Esta situación me beneficia y mucho así que mientras están distraídos peleando por la reliquia de mi familia entrare por la ventana y acabare con ellos.
De repente uno de los hombres arremete contra otro empujándolo donde están los sacos con el botín ya repartido enojando al tercero, este intenta separarlos, el ruido es pie para mi entrada, así que abro la ventana lentamente y mientras forcejean salto de forma hábil adentro de la cabaña dando un giro en el piso de madera clavando mi espada en la espalda de quien intentaba separar a los otros dos, mientras cae arrodillado tomo el mango firmemente y de una patada saco al hombre mientras se ahoga en su propia sangre liberando mi espada mientras miro fijamente a los otros dos. Están totalmente asombrados, esto me regocija, en su miedo, en su asombro. asustados y alterados toman de sus cintos sus espadas. Mientras chocamos acero con agilidad y firmeza en mis pies me muevo en conjunto a la esgrima a donde está la gran espada de la familia.
Es una Claymore con las runas que cuentan la historia antigua de mis antepasados y de toda la familia, con una habilidad única que es capaz de separarse en dos espadas largas. Mi objetivo es tomarla y usarla en contra de ellos. Aun sabiendo que por más de 20 generaciones ninguno de mis antepasados logro activar su sello para convertirla en dos armas, sin embargo, siento que me llama. Así que en un movimiento rápido mientras me defiendo, uso mi hombro empujando al primero y corto el brazo del segundo logrando escabullirme entre ellos dando un giro adelante llegando así a la espada.
Los gritos de aquel que perdió su mano me rebosan de energía, suelto la espada que traje y mientras tomo la gran espada con mis dos manos escucho como su compañero avanza. Los sonidos de sus pisadas en la madera lo delatan, quiere asestar un golpe por la espalda. Pero se detiene, la espada palpita y las escrituras brillan mientras posiciono la espada sobre mi hombro de manera que el filo no me toque. Este brillo hace que dude el ladrón, Sin pensar logro moverme rápidamente girando el cuerpo inclinándome más abajo de mi cintura y con un golpe de abajo hacia arriba logro matarle, su cuerpo es divido a la mitad, su expresión me llena de placer, sus ojos abiertos, mientras sangra por su boca, las dos mitades de su cuerpo caen a lado y lado. Dejándome ver al que le corte la mano, este deja de gritar y mira tal escena, su mirada no demuestra ímpetu o deseo de pelear.
Me acerco lentamente, la espada se divide en dos como si siguiera mi deseo. Me aferro a ella como si fuera parte de mí, una extensión más de mi cuerpo. Llego donde está a que hombre anonadado y destruido mentalmente, él se arrodilla ante mi sin dejar de mirarme, en su mirada se nota el miedo, sabe que soy un ser que jamás podría vencer. Casi como entregándose a su muerte cierra los ojos ante la luz de las espadas, la tomo en forma de tijera y la coloco sobre sus hombros en el medio se encuentra su cuello, el cual atragantado con su saliva que aduras penas logra tragar.
– Han cometido un error muy grave, y este es robarme a mí. Llévate contigo mi nombre y jamás lo olvides más allá de la vida y la muerte, Soy Dilyara Luzxi Delanar. Heredera he hija única de la gran familia Elfica Luzxi. – corto su cabeza y veo como lentamente sus ojos pierden brillo dejando en claro que debe recordar mi rostro en el mas allá.
Después de limpiarme y limpiar la espada de la familia tomo todo y arrastro con todas mis fuerzas los sacos por el bosque hasta llegar a los cultivos de trigo. Viendo a los trabajadores en mitad del trigal pregunto si tienen una carreta que puedan venderme, estos asienten y señalan donde está. Les doy una de las joyas por ella, con ella llego a casa donde mi padre y madre junto a los sirvientes me esperan, asustados por mi bien me ven llegar con alegría. Con la espada en mi espalda y las cosas robadas llego a estar cara a cara con mi padre.
– Logre matar a los ladrones y recuperar las cosas hurtadas
– Nadie te pidió, semejante tarea Dilyara. – dice mi padre con cierto tono de enojo.
– Y así mismo nadie me pide quedarme en esta casa, reclamo por derecho la libertad del heredero de los luzxi. Pues la espada respondió a mí. – mientras descargo la espada clavándola en el piso frente a mí.
– ¡Mientes! La espada no responde a nadie hace más de 20 generaciones. –asustado y enojado intenta tomarme por los brazos, creyendo que digo mentiras en su propia cara.
Simplemente empuño la espada y esta brilla por los escritos y las runas que tiene, su filo se hace intenso como si pudiera rebanar el suelo, la separo en dos como si fueran mis alas, las muevo abiertamente moviendo los brazos a los lados y arriba en Angulo. Mi madre se desmaya, mi padre cae sentado asustado por lo que ve y a su vez lleno de sensaciones encontradas y sentimientos revueltos. Sin una sola palabra más dejo las cosas que los ladrones se llevaron, uno la espada de nuevo, la descanso en mi espalda ya que es Claymore no necesita una funda, esta se acopla con una cinta atada alrededor del torso con ganchos. Camino sin mirarles a la mansión y llego a la armería, tomo mi armadura y unas provisiones, una mochila con lo necesario para sobrevivir afuera. Y sin despedirme salgo de mi hogar, ya no pueden retenerme y seré yo quien escriba mi propia historia. Una guerrera bendecida por mi linaje, ¡soy Dilyara!
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