Pintar la casa
- publicado el 23/02/2014
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La Pintura
Dedicado con especial cariño a Pequadt, quien me ha recordado que todos tenemos un inicio. Este es mi primer relato publicado en internet. Espero k os guste
Aquella mañana el Sol no quería asomarse, tenía pereza de levantarse, no quería ver a las mismas personas de siempre, que a ritmo de monotonía realizaban las mismas tareas en un continuo vaivén rutinario. Las nubes y la lluvía tomaron el relevo, anunciando la llegada de un estado de ánimo algo oscuro y sobretodo, lleno de nostalgia y de sentimiento por lo que se había dejado atrás.
Kasumi, la niña niebla, observaba a través del cristal mojado los movimientos lentos de Taro a través de su habitación. Había reñido, se daba cuenta una vez más de que las cosas no eran como él quería. El mundo iba en su contra, un alma que quiere dar, pero recibe lo que más odia. Una vez más se daba cuenta de la insignificancia del hombre.
Sonó un ruido fuera, como algo golpeando el cristal… Sólo el rocío de la mañana sobre las plantas y la niebla típica de Tokio le acompañaban en sus pensamientos. Entonces recordó,…
Aquellas voces que suplicaban, el sufrimiento constante por la pérdida, el sentimiento de causa, la insignificancia del hombre…frente aquello que crea. Rompió a llorar…
Kasumi entró entonces en la habitación, bailando suavemente entre las rendijas minúsculas del vano de vidrio. Se acercó a Taro. No podía entender que aquella persona se recostara de aquella manera, pareciera que necesitara algo, algo que ella pudiera proporcionarle…
Taro sintió frío, levantó la vista con los ojos enrojecidos por el llanto, no vió nada pero se incorporó, miró a través del cristal y dijo en voz alta un nombre, Sumiko (la niña permanente), en una invocación a la nostalgia, intento vano de alcanzar lo que una vez conoció. De nuevo lloró.
Entonces fue cuando Kasumi tuvo necesidad de arropar a ese hombre, sintió por primera vez algo, tristeza, comprensión, humanidad,… Se acercó a Taro y le rodeó con sus cortos brazos, no entendía porque pero en el fondo pensaba que aquello serviría para algo. Su roído vestido gris acariciaba el rostro mojado de Taro debido al correr de las lágrimas.
Taro continuó llorando durante minutos, recostado como estaba sobre la cálida tarima de su cuarto, con sus brazos agarrando las rodillas en un intento de sentirse acompañado y de evitar el frío que le causaba el recuerdo de lo pasado.
Finalmente se levantó, -decididamente hace hoy un día malo, y frío- pensó; Entonces salió del cuarto y fue directamente a la última habitación. Hacía años que no traspasaba aquella puerta, sin embargo Taro sentía que ese día tenía el valor y la confianza necesaria para hacerlo,…Se paró, acercó la mano lentamente al pomo, medio giro a la izquierda…
La puerta chirrió mientras se abría, y de repente cien millones de olores, doscientos de sentimiento y otros tantos de antiguas vivencias le alcanzaron cual ventisca gélida azota el rostro del pionero perdido en la nieve. Sintió deseos de retroceder. Sus piernas, inmóviles, parecían no responder,… Agarró el pomo dispuesto a cerrar la puerta, convencido de que su vida no era aún lo completa que habría esperado, que su mente no estaba adaptada a su situación y sobretodo que el mundo no estaba preparado para lo que detrás de aquella puerta se escondía.
Kasumi vió toda la escena, le resultó graciosa, echó a reír… Entonces cuando se percató de que el hombre cerraba la puerta lentamente, sintió de nuevo. Pena, ira, humanidad,… Empujó al hombre sin pensarl, con ambas manos, con toda la fuerza que pudo sacar en ese instante de sus cortos y enclenques bracitos.
Taro rodó por el suelo, pensando que su torpeza y algún objeto en el suelo le habían jugado una mala pasada,… al levantase lo vió…
El lienzo en blanco que nunca empezó, pero siempre sintió haber acabado se encontraba frente a sí; sin pensar tomó la brocha vieja y deshilachada, el color azul, y su mano guió los movimientos que iban trazando pequeñas muestras de emociones y sentimientos sobre la superficie blanca.
Cuando acabó, Kasumi comprendió lo que era la humanidad, se dió la vuelta y sefue como había venido, estaba cansada y además un fuerte pensamiento habitaba en su cabeza,… el mismo que Taro tenía en todo momento,… Por ello entendió lo que de verdad era la humanidad.
¿cuál era el sentimiento?, ¿porqué no mirar mejor el cuadro de Taro?
- Amont – Capítulo 5 - 23/12/2010
- Amont – Capítulo 3 - 09/12/2010
- Encerrados - 19/11/2010
ju, ju, de hecho, os animo a que busquéis en el blog de Champinon más historias de Taro, que tiene tela!
…mitológico?
Mitológico porque el tema de que la «niña niebla» y Taro cuya traducción es el «hombre nostálgico»… son casi personajes reales de la cultura japonesa
entonces perdona mi ignorancia, puedes pegarme si kieres? kieres? por favor? sabes k me gusta…
no, en serio, he pecado de ignorante, un minipunto para el ekipo de los juanjos
🙂
Gracias por la dedicatoria.
El relato es un poquitín «mareante», a la par de entretenido, y nos muestra la gran evolución que has pegado (para bien).
Vamos k no te gustó un pescao, xD