El viejo libro

Leía invadido por la melancolía.

Fue cuando decidió volver.

Retomar contacto con los viejos amigos, las calles, los sonidos, las palabras, los aromas a jazmín en las aceras.

Y volvió a su lejana tierra.

Los encuentros con los suyos fueron emotivos, memoriosos, carnales.

Eran sus afectos.

Creyó que la música que oía cuando niño seguiría sonando; que alguna calle, tendría las mismas casas; que algún libro leído entonces estaría esperando en un viejo estante.

Nada era igual. Lo sabía, pero no le importaba.

Más tarde, vino el tiempo de volver. Intentó robarse algún paisaje, quedarse con alguna risa, o con una vieja página de entonces.

Creyó que tal vez con ellos, podría hacer un nuevo libro de su vida.

Tardó poco tiempo en darse cuenta que sólo había recuperado desordenados trozos de recuerdos, imaginados y soñados.

Soñados o imaginados. Nunca ya lo sabría.

Entendió entonces que hasta el final, resonarían sólo dentro de él, alguna risa, algún viejo compás de aquella música, alguna página olvidada.

Y que él también transformaría su ya viejo libro, finalmente en un recuerdo.

Fernando
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