El Infierno

Me acabo de despertar en este tétrico cuarto de paredes de color carne. No hay luz ni oscuridad, no hace ni frío ni calor. Es como estar en una caja, protegido.

Delante de mí hay un espejo con un marco grisáceo. Me acerco a él. Es inevitable no acercarse. Me doy cuenta de que el marco es de hojalata. Mis ojos se posan, sin yo controlarlos, en el espejo. Obviamente me veo a mí, tan alto, tan musculoso, con esos ojos negros… un momento… ¿era yo así de gordo? ¡Yo antes no tenía esa tripa, ni esa cara de idiota!

Empiezo a darme cuenta de lo feo y horrible que soy. Una sensación de pánico irrumpe en mi cuerpo. Yo antes no era así, pero el espejo me muestra tal como soy… ¡un monstruo! ¡¡Tan feo y gordo como un monstruo!!

Con esta sensación de angustia, e incapaz de apartar la mirada, me intento tapar los ojos con las manos, pero los brazos no me responden. ¿Tenía yo este careto y no me di cuenta? ¿Tan pequeños son mis testículos y mi falo? ¿Y este horrible cabello es mío?

[…]

Llevo en este odioso cuarto varios días, tal vez meses. Por cada segundo que permanezco en este estado descubro nuevas imperfecciones que me hacen sentirme peor aún.

Un día se abre el techo del cuarto. De él asoma un demonio. Incluso el demonio me parece más bello que yo. Me señala con su tridente y se ríe de mí, con una risa tan lúgubre que se me hiela lo que antes fue un corazón.

El demonio me mira profundamente. No sé porque pero empiezo a llorar, como un niño desamparado.

– Carlos López Ayala, has pecado – Me dice el demonio con sorna – Vas a pagar tu pecadora vida. He sido creado con el extracto de tu pútrida alma, y va a ser tu propia alma la que te va a estar torturando hasta la eternidad. Por primera vez en tu insignificante vida puedes rezar, pero no te servirá de nada. ¡¡JA JA JA JA JA!! – A pesar de estar muy lejos, su fétido aliento me llega a la nariz y al instante vomito del asco.

[…]

No puedo soportarlo más. Llevo 98 días siendo martirizado por el demonio. Lo sé porque otra de sus torturas es que siempre tengo un reloj que me informa de cada segundo que estoy aquí.

Cada siete segundos aparece el demonio y me tortura. Algunas veces son torturas tan fuertes que muero sin que termine su tortura, pero al instante vuelvo a aparecer delante del reloj, llorando o suplicado. Pero de nada sirve suplicar, ni gritar, ni llorar. De nada sirve rezar.

Hoy el demonio me ha arrancado las uñas y me ha empezado a acuchillar la carne viva. Siete segundos después me ha arrancado el escroto y me ha cortado los testículos. Siete segundos después me ha arrancado la cabellera con un cuchillo oxidado y sin afilar. Ha sido una experiencia insoportable. Tan insoportable que me he desmayado varias veces, pero cada vez que me desmayaba, al segundo siguiente despertaba. Le ha llevado casi media hora cortarme la cabellera, para después arrancármela poco a poco. He sentido como los pliegues que aun estaban pegados a mi cráneo se despegaban uno a uno, provocándome un dolor espantoso. Cuando me ha sacado la cabellera, con un dedo me ha taladrado el cráneo. Después me ha sacado el cerebro y lo ha empezado a apretar. Con cada apretón me moría, pero al morir volvía a despertar…

[…]

No puedo más… desearía desaparecer… me faltan tres segundos de los siete que tengo de descanso para que vuelva a aparecer el demonio. Esta vez aparece con una espada. Me extiende el brazo y me lo empieza a cortar por rodajas, como si fuera un trozo de carne asada. Tarda casi una hora en cortarme el brazo en lonchas. Después hace lo mismo con el otro brazo, con las piernas y con mi miembro. He muerto varias veces desangrado. Finalmente, empieza a trocearme el tronco, hasta quedarme sólo la cabeza.

Me despierto otra vez, tengo siete segundos. El reloj marca 23 años, 2 meses, 14 días, 8 horas, 47 minutos y 32 segundos. En el segundo 39 aparece el demonio, junto con un hipopótamo.

El hipopótamo me viola varias veces, por todos los orificios posibles. A veces el demonio me hace nuevos agujeros con su dedo, por donde el hipopótamo empieza a violarme. Tardo cinco días en morir.

[…]

Ya han pasado cien años así. Esta vez el demonio ha aparecido y no me ha torturado. Me ha mirado fijamente.

– ¿Sabes por qué estás aquí?

– Si… – Ya no recordaba como era el sonido de mi voz.

– ¿Por qué estás aquí?

– Por pegar a mi hija y luego… – Empiezo a llorar.

El demonio me mete un dedo en el corazón, y empieza a retorcerlo. – ¿Y luego qué? – Pregunta, con su fétido aliento que me hace vomitar.

– Y luego la violé…

– Así es – Asiente el demonio – Violaste a tu hija – El demonio saca un aparato que no reconozco – Hasta ahora las torturas han sido de nivel uno. Vamos a pasar a nivel dos. Hay infinitos niveles, cada nivel es cien veces peor que el anterior. Al principio morirás al instante, pero cuando me aburra de esta situación haré que no puedas morir. También te informo de que en nivel dos el dolor que se te aplica es comparable al que tú le causaste a tu hija.

El demonio acerca su herramienta a mi miembro. Y muero al instante. Cuando despierto, el demonio me sonríe.

– Por cierto, hemos reducido tu tiempo de descanso a seis segundos.

Siguiente parte: El Cielo

Autor: Germán Pérez Campo, 2 de Septiembre del 2008.

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12 Comentarios

  1. articmasteray dice:

    sin palabras….me ha parecido un relato increible, me ha dejado con la piel de gallina:S:S:S

    Bravissimo!!

  2. Lascivo dice:

    vale, tengo k decir cosas buenas y cosas malas:
    empiezo con las malas -> creo que las descripciones de las torturas las detallas y exageras tanto que parece que estés de cachondeo, o al menos esa impresión me da. Parece k es de coña. También creo que te centras demasiado en términos sexuales, aparece mucho la palabra «falo» o «miembro»
    sigo con las buenas -> está muy bien escrito, las descripciones (aparte de lo mencionado antes) son buenas. En general, en tu estilo de escritura, no te voy a decir nada k no sepas. Pero el final es lo mejor del relato. No me lo esperaba y me ha resultado muy muy muy impactante. Estoy orgulloso de ti, hijo mío.

  3. Pequadt dice:

    Yo creo que no sobran tanto esas palabras «sexuales» puesto que es un violador el que ha pecado, y tiene que probar su propia medicina xD

    En cuanto a lo de que te hace gracia la descripción de las torturas… igual deberías dejar la marihuana xDDD

    Espero más críticas para ver vuestra opinión 😀

  4. Lascivo dice:

    no es cuestión de k sobren esas palabras, pero creo k hacen algo cargante el texto, y me da más sensación de cachondeo. Bueno, peor lo k te digo, k conociéndote en persona, y sabiendo cuál es tu sentido del humor… no es tan ilógico k me haya parecido algo (y sólo algo) humorístico.
    vale tio? o te lo explico a la cara?
    ein?

  5. comolesjode dice:

    Me ha encantao lo del hipopótamo.

    Por cierto, qué os pasa a lascivo y a tí con las violaciones a niñas? xD

  6. Pequadt dice:

    Oh oh, Lascivo, nos han descubierto!

    Creo que vamos a tener que desvelar el secreto de Madeleine… xD

  7. alianar dice:

    Si el hipopótamo era nivel uno a saber k habría en los demas :s jajaj muy bueno, pone los pelos de punta!

  8. Lascivo dice:

    x cierto, es una saga? significa k va a haber más? esto puede ser interesante

  9. Lascivo dice:

    x cierto, pequadt, lo de madeleine… no te vayas de la lengua, k ya han cerrado el caso y nos hemos librado por los pelos.
    Señorita Comolesjode, y espero k este hilo no lo use usted para despreciarme y decirme cerdadasss, ahí keda dicho.

  10. kolinbass dice:

    Tu, te daré mi critica por msn, pero que sepas que lo he leído 😉

  11. Pequadt dice:

    Pido perdón por haberme comido tres palabras muy importantes que resumo en esta linea:

    El pecador se llama Carlos López Ayala

  12. champinon dice:

    Tenia k ser Ayala… no?

    Esta muy bien, espero k kuando lea cielo no me desilusione

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