Discurso para animar a los soperos a una quedada.
- publicado el 01/04/2010
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Recuerdos
Estás sentada en tu butaca de madera, cosiendo, o viendo la tele. No sé. Acabamos de comer y la casa aún mantiene olor a comida recién hecha. Hasta la perra, menuda y albina, se ha hartado, mostrando su agradecimiento durmiendo a tus pies.
Un niño pequeño y curioso exprime su gran actividad acribillándote a preguntas. Respondes las que puedes, claro. Con un mimo interminable. Un hombre de bonitas facciones se fuma un cigarrillo asomado a la ventana.
Fuera, en la calle, hombres de traje gris caminan sin rumbo fijo. No tienen expresión en sus caras. Parecen muertos andantes. No son conscientes de lo que hacen, pero te están quitando poco a poco la vida. Primero, tus recuerdos. Luego, tu fuerza. Luchas contra ellos, que intentan entrar por la ventana. El niño te abraza con fuerza y te grita: ¡No te vayas! Pero la habitación se queda a oscuras.
Tú contra los hombres de traje gris. Son muchos, pero eres fuerte. Eres increíblemente fuerte. Pero son demasiados. Te lo intentan quitar todo, y luchas. Pero… Son demasiados.
Dedicado a Ana María, allá donde estés volando, con todo el cariño del mundo.
Yizeh
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