La muerte de Bobby B (1º parte)

Claudia. Ese pelo moreno, los ojos enormes, los labios rojos. Puro fuego. Pura sexualidad emergente. Eso era Claudia.

Desde el primer año de carrera le había seguido la pista, no obstante nuestros encuentros habían sido siempre fortuitos y  dentro de la dinámica –Perdona,¿tienes fuego/uncigarro/unboli/papel/hora?-.Excepto la vez, en la fiesta de fin de curso de 1º, cuando entré en el baño a vomitar todo el alcohol ingerido y de uno de los retretes salía ella con otro tío, ambos con la ropa aun descolocada. Vomite en el suelo, casi en sus pies.

No me engaño, esa ocasión fue vergonzosa pero al menos llame su atención. Es más, juraría que le hizo hasta gracia. A su acompañante no tanto.

Ahora, a mitad de carrera, las cosas habían cambiado. Ella y yo –bendita sea la suerte– habíamos elegido la misma especialidad y coincidíamos en la mayoría de las clases, incluso teníamos trabajos en común. Nos fuimos conociendo más.

Ella era fun de un mediocre, pero muy popular, grupo de punk-rock cuyo líder, Bobby B, era el nuevo ídolo nacional de las mujercitas de la segunda adolescencia, la que se da en la universidad. El tal Bobby B era un capullo arrogante de larga melena oscura, que salía al escenario vestido tan solo con unos ceñidos pantalones de cuero negro, dejando su esquelético torso al descubierto, y era famoso por sus juergas y su fiel estilo a la filosofía de vida rockandrollera. Puro marketing, os lo juro. Lo peor de todo es que “Bobby B” era tan solo un hortera y poco original alias de Roberto Berrocal, su autentico nombre –Menudo desgraciao-.

Yo, gracias al enchufe de un amigo, trabajaba escribiendo en una pequeña publicación en internet sobre música, y si bien es cierto que no ganaba una mierda, tenía ciertas ventajas, como conseguir entradas gratis para conciertos.

El grupo de Roberto berrocal (AKA Bobby B) iba a dar un concierto especial de inicio de gira en Madrid y mi jefe me pidió que cubriera el evento. Me consiguió dos pases de prensa.

Me costó varios días decidirme si invitaba a Claudia al concierto. Nunca encontraba el momento adecuado, o bien porque había mucha gente alrededor o porque, simple y llanamente, las palabras no eran capaces de salir de mi lengua, se encaramaban a la punta y nada, ahí quedaban colgadas. Palabras nunca escuchadas.

Un día que habíamos quedado unos cuantos para acabar un trabajo ella apareció con una camiseta del grupo de Bobby, y con la excusa, aprovechando un aparte , me atreví a invitarla. Que placer cuando reventó de alegría y me abrazo. Yo no daba crédito.

2 Comentarios

  1. rantanplan dice:

    No los publiques todos a la vez, dejanos un poco con la intriga¡¡ Lo leo y ya te comento

  2. Lascivo dice:

    Primer capítulo leído. Mi primera impresión es que tienes una redacción fantática. Pero no voy a decir más, voy a por el segundo.

    PD: Quizás te interese clasificar tu relato en la categoría «relatos por capítulos»

Deja un comentario

Tu dirección de email no será publicada