NO PODÍA OLVIDARLA

No podía olvidarla. Se habían amado, pero tampoco era que se entendieran en todo. Cosas de la vida.

Pero intentó desconocerlo a lo largo de años.

Se engañaba. No podía.

Durante ese largo tiempo de separación, por un curioso bailoteo cerebral, solo recordaba los buenos momentos pasados con ella. Los otros malos recuerdos, habían desaparecido.

Y si querían volver a la superficie, él los hundía y trataba de olvidarlos.

Mientras tanto, su vida seguía. Junto a los recuerdos.

Otros tiempos, otras mujeres, y un profundo interés en encontrar esa otra compañera que valiera la pena y afianzarse.

El seguía sin saber si se proponía o quería olvidarla de verdad. No se lo cuestionaba.

Tambien sabía que no podía vivir de recuerdos. La vida lo reclamaba.

Sucedió. Apareció otra mujer que reunía sus deseos.

Pero no olvidaba a la anterior. Nunca lo lograba del todo.

Cada tanto aparecía su recuerdo, su imagen, como un sueño repetido. Nunca como una pesadilla.

Y su vida transcurrió por los carriles habituales del tiempo. Trabajos, hijos, viajes, cambios, triunfos, fracasos.

Algunas veces volvieron a verse y el fuego parecía revivir. Pero sólo era el recuerdo lo que sobrevivía.

Un día, al cabo de algún tiempo, ya mayores él se enfermó y falleció.

Con él, se desvaneció el recuerdo. Porque sólo era parte de su vida.

Y al final pudo olvidarla.

Fernando
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